El día de ayer adelantamos una hora nuestros relojes. El cambio de horario se registra oficialmente a las 2 de la mañana del domingo 3 de abril y concluirá el último domingo del próximo mes de octubre. Al margen de esta medida quedan Sonora, Quintana Roo y 33 municipios de la franja fronteriza. Esta misma semana, la Cámara de Diputados analizará la pertinencia de que continúe.
El Senado de Estados Unidos, hace pocos días, aprobó por unanimidad una ley que evitará que existan más cambios de horario a partir del mes de noviembre del 2023, que en caso de aprobarse por la Cámara de Representantes, mantendrá permanentemente a nuestro vecino del norte en el horario de verano. La Unión Europea también ha discutido su pertinencia por varios años, sin realmente llegar a un acuerdo. Hace tiempo, acordaron eliminar la medida en el 2019, misma que fue postergada hasta 2021, pero el desacuerdo de distintos miembros evitó que la eliminación se concretara. Como antecedente, en 2018, la consulta pública arrojó que el 80 por ciento de los participantes manifestó su aceptación a terminar con los cambios de horario.
Fue en abril de 1996 cuando México lo implementó, durante la administración del doctor Ernesto Zedillo, buscando aprovechar la luz del sol y disminuir el consumo de energía. Misma estrategia fue adoptada durante la Primera Guerra Mundial, buscando el ahorro en el consumo de carbón. Fue en Alemania, en 1916, cuando se implementó por primera vez. Para el año de 1918 la estrategia que busca la eficiencia energética fue adoptada por Estados Unidos.
Un amplio sector de la población mexicana sostiene que el cambio de horario genera afectaciones negativas a nivel físico y mental. Para algunos el sol sale demasiado tarde y para otros, se hace de noche muy temprano. ¿Cuáles son las implicaciones reales de la medida? El Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica, que entre sus objetivos busca la eficiencia energética, sostiene que el cambio de horario permite un ahorro importante de energía eléctrica, al aprovechar la iluminación natural durante el fin de la tarde y principio de la noche, similar al consumo anual de más de medio millón de viviendas.
Al margen de este tipo de estrategias se han quedado distintos países de América, África y Asia, como Argentina, Brasil, China y Japón. Argentina dejó de modificar su horario en el año 2000. Rusia, en el año 2011 aprobó una ley que eliminó el cambio de horario futuro; sin embargo, se debate una vez más la conveniencia de volver a modificarlo. China lo eliminó a partir de 1991 y hasta ahora no lo ha visto como una discusión prioritaria.
Ante este contexto, se encuentra la insatisfacción de millones de ciudadanos mexicanos que sostienen que la medida arrastra un déficit de concentración, alteración en el desempeño laboral y académico e irritabilidad, lo que se traduce en mayor número de afectaciones cardiacas, incremento en el número de individuos que padecen depresión y un aumento en el número de accidentes automovilísticos.
La Cámara de Diputados discutirá esta semana los detalles y la pertinencia de continuar con el cambio de horario en nuestro país; esperemos que se valoren todas las aristas de la estrategia aplicada por décadas que podría estar llegando a su fin.