Ciclistas holandeses no usan casco

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Nunca he estado en Holanda, sin embargo, en todas las imágenes que veo de sus ciudades, los ciclistas dominan el espacio frente a los automovilistas, careciendo la gran mayoría de ellos, de un casco que proteja sus cráneos.

Las condiciones en las que los ciclistas holandeses montan sus bicicletas son realmente avanzadas; carriles confinados exclusivos y biciestacionamientos con capacidad para albergar miles de bicicletas, son elementos que integran un sistema de transporte integral.

En días pasados, en el corazón de la Ciudad de México, un automovilista alcoholizado embistió a 12 ciclistas. Los accidentes entre automovilistas y ciclistas en nuestras ciudades desafortunadamente son comunes y le cuestan la vida a cientos de personas cada año.

El uso de la bicicleta en nuestras ciudades es diverso: principalmente como una actividad recreativa, una práctica deportiva profesional y amateur, y un medio de transporte sustentable.

La pandemia provocada por el Covid-19 impulsó de manera positiva el uso de la bicicleta como medio de transporte en distintos puntos del país. Para aquellos que intentamos transportarnos en ella, el Gobierno de la Ciudad de México ha extendido la superficie de ciclovías de manera muy importante, además de crecer el número de estaciones y bicicletas de su programa Ecobici.

Para los deportistas amateurs y profesionales, son muy pocos los espacios para entrenar con seguridad y suficiencia, lo que los obliga a rodar en carreteras y autopistas, práctica prohibida pero frecuente, que pone en riesgo tanto a ciclistas como a automovilistas. El habilitar espacios para ellos reduciría de manera importante el número de accidentes que se registran.

Para aquellos que practican el ciclismo como una actividad recreativa, medidas como el cierre temporal de calles y avenidas, resulta una medida extraordinaria y exitosa en ciudades como Guadalajara y Ciudad de México, donde se han roto récords de participación, lo que nos indica que son esos los programas preferidos de la ciudadanía, que promueven actividad física y convivencia saludable.

La irresponsabilidad e imprudencia tanto de ciclistas como de automovilistas cuestan vidas. Cómo justificar que un conductor ebrio arrolle a un grupo de peregrinos; cómo justificar a un par de ciclistas que nos topamos al salir de una curva en una autopista rodando sobre el acotamiento.

Incrementar el uso de la bicicleta será positivo, siempre y cuando logremos disminuir al máximo el riesgo de su utilización. Para ello, resulta fundamental que todos pongamos de nuestra parte. Es preciso que los automovilistas reconozcan el beneficio de que más ciclistas se apropien de nuestras calles, reconociendo su vulnerabilidad y promoviendo su consideración y respeto. Los ciclistas debemos ser mucho más prudentes al compartir espacios con los automóviles, respetando los espacios que se han diseñado para nosotros. Por último, será tarea de nuestras autoridades, continuar diseñando y ejecutando planes, programas, políticas y leyes, que promuevan el uso de la bicicleta y procuren la seguridad de los ciclistas.

En Holanda los ciclistas urbanos no usan casco, porque no es usual que existan accidentes. Automovilistas y ciclistas comparten una cultura de respeto y prudencia, que genera condiciones de seguridad para ambos.

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