El Covid-19 ha sido una dolorosa experiencia para nuestro país y para otras naciones. Inicio este texto enviando toda mi solidaridad y apoyo para aquellas personas que atraviesan un proceso de dolor. De la misma forma, quiero reconocer el gran trabajo y sacrificio de las mujeres y hombres que integran el Sector Salud y que se dedican a cuidar a nuestros enfermos.
Como toda emergencia, ha propiciado que el talento, la capacidad y el esfuerzo se lleven al límite. Considero que además de esos valores, la capacidad de los integrantes del Estado mexicano de coordinarse y trabajar en equipo ha quedado demostrada.
El Gobierno de México decidió acertadamente establecer un Centro Nacional de Contingencias para coordinar sus esfuerzos y fortalecer al Sector Salud. La metodología de trabajo se llama Sistema de Comando de Incidentes y resulta extraordinaria para garantizar la buena comunicación y trabajo en equipo entre instituciones con diferencias abismales, como lo son las civiles y las militares.
Dentro de ese Centro, se concentró una mesa de trabajo integrada por gran cantidad de científicos y especialistas relacionados con el Sector Salud, que a través de su experiencia y su conocimiento, buscaron soluciones para atender y resolver los problemas más profundos que con el Covid-19 se enfrentarían.
Uno de los objetivos más relevantes que buscaba y busca el centro era el de contar con la infraestructura hospitalaria necesaria para que todos los enfermos, que así lo requirieran, fueran atendidos.
Uno de los equipos más relevantes y comprometidos para cumplir ese objetivo, son los ventiladores mecánicos con los que se brinda soporte a los pacientes. El mercado internacional de estos equipos, además de serias distorsiones, sufrió un desabasto derivado de la altísima demanda que todos los países afectados generaron.
Fue entonces que el arduo trabajo de los integrantes de esa mesa de trabajo, coordinados por los integrantes del Conacyt y el talento y eficiencia de los servidores públicos de distintas dependencias, de manera muy relevante de la Secretaría de Relaciones Exteriores, lograron en muy poco tiempo el diseño y producción de 3 modelos que hoy garantizan el abasto suficiente para México y sin duda alguna, en un futuro cercano, para satisfacer la demanda de otros países.
De este breve relato, me gustaría subrayar dos lecciones de gran relevancia: la primera versa sobre el valor que tiene la ciencia para la resolución de los grandes problemas. Es el conocimiento y la ciencia al servicio de la gente la que nos permite generar soluciones. Científicos y médicos —entre muchos profesionistas—, unidos para garantizar un diseño y funcionamiento adecuado. Además, el talento y experiencia de servidores públicos de distintos cortes que con su eficacia garantizan que las cosas sucedan. La segunda se centra en el trabajo en equipo. Pedazos de metal independientes de poco sirven, unidos forman una sólida cadena. Justamente eso es lo que hicimos y seguiremos haciendo: trabajar en equipo para fortalecer la labor de nuestros profesionales de la salud, que luchan incesantemente contra el Covid-19.