Cutzamala y la crisis del agua

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Pareciera que las acciones y reacciones frente a la crisis del agua se quedan cortas. Las diferentes cadenas que se modifican con la falta de agua están a la vista y se muestran como alarmas que nos urgen a actuar. La falta de agua se refleja en baja productividad de las parcelas, merma el bienestar de las familias, desencadena conflictos sociales, incrementa el riesgo de incendios forestales, entre muchos otros.

Uno de los elementos más importantes del sistema hídrico de nuestro país, es el Sistema Cutzamala. Cada mes de mayo, algunos actores, principalmente del sector público, conmemoran su inauguración, siendo éste su cumpleaños número 36. Para aquellos que no lo conocen, es un sistema de presas e instalaciones que permite abastecer agua a 11 municipios del Estado de México y 11 alcaldías de la Ciudad de México; algunas de sus instalaciones formaban parte del Sistema Hidroeléctrico Miguel Alemán. La dependencia que tenemos de él para el suministro de agua es enorme.

Fue inaugurado por el licenciado José López Portillo, presidente de México en 1982. Un hallazgo sumamente relevante, poco conocido, es lo que escribió el presidente en su diario personal, después de inaugurarlo: “Hoy inauguré el sistema que trae agua desde el Cutzamala, obra gigantesca para dar agua a las colonias populares del Distrito Federal y del Estado de México. Otra hazaña de lo absurdo. Costoso construir, costoso operar y costoso drenar. Pero no hay alternativas a este monstruo de ciudad.”

¿Por qué tal contraste? Unos lo celebran y quien lo inauguró lo critica. Veamos, el Sistema Cutzamala funciona más o menos así: a través de diversos canales toma el agua de distintas regiones, encauzándola hacia una red de presas, para después bombearla a la Ciudad de México, que está mucho más arriba que el punto de origen. Es decir, cada gota de agua recorre cientos de kilómetros, después, sube más de mil metros, es potabilizada y se suministra a la población. El sistema opera las 24 horas del día y los 365 días del año. ¿Te imaginas la energía necesaria para lograrlo?

Seguramente a eso se refería el presidente sobre lo costoso. Absurdo que un sistema diseñado para producir energía, sea hoy uno de los grandes consumidores de ella. Importar agua de otras regiones no es sustentable, su alto costo tampoco lo es, que gran parte del agua que llega a la Ciudad por sus instalaciones se pierda en fugas o en dispendio es reflejo de lo absurdo.

Coincido con el presidente, no hay alternativas, al menos no sencillas, claras y asequibles. Absurdo o no, dependemos de él. El Sistema tiene retos enormes que resolver: su viabilidad energética, la inversión en modernización y mantenimiento, los grupos delincuenciales que lo amenazan, las tomas clandestinas que lo drenan operadas por huachicoleros del agua y los conflictos sociales que se presentan a lo largo de su infraestructura.

Las señales de crisis se incrementan, entre otras: la situación por la que atraviesa nuestra Ciudad, lo que hoy vive Nuevo León y su zona metropolitana y la sequía en gran parte del territorio. Es urgente una intervención decidida en torno al agua en nuestro país. En ello, la participación de los especialistas y de las grandes instituciones que conocen del tema es fundamental: Conagua, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua y la UNAM.

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