La arquitectura tiene valor histórico y describe y transmite gran diversidad de datos. He tenido la oportunidad de visitar Washington en Estados Unidos en diversas ocasiones, para estudiar, trabajar y correr en sus calles. Cualquiera que haya sido la excusa de mi viaje, un sitio obligado de visita y reflexión es el monumento a Abraham Lincoln. Un espacio extraordinario que fue ordenado construir por el Congreso de Estados Unidos en 1867 y autorizado en 1911; diseñado entre 1897 y 1914 y concluida su construcción en 1922. Visitado por muchos por su majestuosidad arquitectónica, pero primordialmente por la inmensidad del personaje a quien le rinde honor.
El sitio es fascinante. Asemeja una edificación de la Antigua Grecia. Peso y volumen enormes. Tiene una altura de 30 metros, un ancho de casi 60 y una longitud aproximada de 38. Al interior, aguarda una enorme escultura en mármol de Abraham Lincoln que debe medir aproximadamente siete metros; en mi caso, puedo pasar mucho tiempo contemplándola, es realmente imponente. Para mayor referencia, el edificio es la imagen de una de las caras del billete de cinco dólares de ese país.
Lincoln fue un hombre extraordinario que ganó la elección a presidente de su país en 1960 y ejerció el cargo desde marzo de 1861 hasta 1865, momento en que fue asesinado, siendo el decimosexto presidente estadounidense. Dentro de su vasto legado, sobresalen la abolición de la esclavitud y la modernización de la economía. Él decía que una casa dividida contra sí misma no podría seguir en pie, refiriéndose a que la mitad de la población era libre y que esa misma esclavizaba a la mitad restante, por lo cual el futuro de la nación no era viable. En su relación con México, entre muchos elementos de consideración, destacan su amistad con el mejor presidente que ha tenido nuestro país, Benito Juárez, y su oposición abierta y manifiesta a la invasión estadounidense al territorio mexicano.
Entre sus millones de visitantes, destacan jefes de Estado y líderes mundiales, como lo hizo Fidel Castro el 19 de abril de 1959. En ese majestuoso lugar, un 28 de agosto de 1963, un gigante, Martin Luther King, emitió uno de los discursos más representativos y emotivos de la historia en el que dejó patente su sueño de libertad, seguridad y justicia. De forma solemne y conmovedora, el pasado 8 de julio el Presidente Andrés Manuel López Obrador depositó en él una ofrenda floral previo a su encuentro con el presidente Donald Trump.
La historia está compuesta por los espacios arquitectónicos en los que cobró vida y en los que se honran sus más emblemáticos pasajes y actores. Este monumento en honor a Abraham Lincoln cobra extraordinario valor por su protagonista, pero más aun por los episodios de la historia que en él se han escrito, como la visita de Fidel, el discurso de Luther King y en ese mismo nivel y sin lugar a dudas, la ofrenda floral del Presidente Andrés Manuel López Obrador.