Más lluvia

JUSTA MEDIANÍA

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Pocas cosas tan importantes como la lluvia. Más en un entorno de escasez, donde la demanda de agua se ha incrementado y la disponibilidad de la misma ha disminuido.

Uno de los conocimientos más arraigados, provenientes de nuestras lecciones de Ciencias Naturales obtenidas durante la educación primaria, la constituye el ciclo del agua: el líquido existente en mares, ríos y lagos, por los efectos del sol, se evapora, se condensa formando nubes, que a su vez precipitan la lluvia de nuevo hacia la tierra, que se infiltra y escurre produciendo y alimentando los cuerpos de agua.

El aprovechamiento total del agua de lluvia no es sencillo, derivado de la falta de almacenamiento suficiente; sin embargo, su valor resulta incalculable como fuente para regar nuestros campos, recargar cuerpos de agua y mantos, además de alimentar nuestras presas, mismas que nos proveen de agua para el consumo humano, el riego y la producción de energía. En México llueven aproximadamente 700 milímetros, es decir, aproximadamente 700 litros por metro cuadrado a lo largo de un año.

Dado su valor y la situación de apremio por la que atravesamos, el ser humano ha intentado manipular las nubes para provocar la ocurrencia de lluvia.

El bombardeo o siembra de nubes es una técnica de manipulación climática, derivada de la geoingeniería, que consiste en liberar yoduro de plata mientras una nube se está formando. El químico atrae el agua presente en la atmósfera, provocando su acumulación y eventual precipitación.

Los antecedentes de esta técnica radican en los esfuerzos de un científico holandés de apellido Veraant que, a través de la utilización de hielo seco, logró estimular la lluvia. La continuidad en este esfuerzo se atribuye a científicos norteamericanos, lo que desembocó en la utilización del yoduro de plata como materia prima para incentivar la lluvia.

La técnica potencia el proceso natural de la formación de nubes, es decir, influye sobre las nubes existentes y no funciona donde éstas no existen. Desde la tierra o el aire —mediante aeronaves tripuladas o no—, se libera el químico en las nubes, lo que incrementa artificialmente el número de partículas suspendidas (elemento fundamental en ellas, que funciona como un núcleo en torno al cual se genera la condensación o la formación de hielo). La nube requiere características específicas para ser objeto de la recepción de esta técnica.

La siembra de nubes ha sido utilizada en diferentes países, entre los que destacan Argentina, España, China, Israel, Emiratos Árabes y México. En nuestro país, la utilización de la técnica no es reciente, y hoy se espera, que, como parte de sus resultados, se incremente en un 25 por ciento la precipitación pluvial. El Gobierno de México expresa que el bombardeo de nubes ha permitido mitigar la sequía, incrementar los niveles de las presas y colaborar con el combate de incendios forestales.

¿Qué consecuencias puede producir el yoduro de plata? Diversos estudios concluyen que el yoduro de plata no representa en el corto plazo algún riesgo relevante para el medio ambiente y sus principales elementos.

Aunado a este tipo de estrategias, en la búsqueda de obtener una mayor cantidad de agua, resulta prioritario implementar y fortalecer aquellas que promuevan el uso responsable y eficiente de la misma.

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