Salud mental

JUSTA MEDIANÍA

David E. León Romero
David E. León Romero La Razón de México

Se extiende el Covid-19 y deja a su paso una huella de dolor en cientos de familias diariamente. Provoca miedo y preocupación en la población, agudizándose en los adultos mayores y profesionales del sector salud, público y privado. El Covid-19 trae consigo incertidumbre, aislamiento, soledad, desempleo, modificación de rutinas, presión económica y generalmente menos ingresos, por mencionar sólo algunos de los elementos que afectan nuestra salud mental. Se habla poco de ella, pero resulta igualmente preciada y hoy se encuentra profundamente afectada.

Sentimos miedo a enfermar y eventualmente morir, lo que nos aleja de los hospitales; tenemos miedo también a ser estigmatizados y rechazados en caso de caer enfermos. El aislamiento nos aburre, nos preocupa perder el empleo y que nuestros ingresos disminuyan. Vivimos en carne propia la enfermedad que nos ha dejado una gran secuela de dolor, dependiendo del daño que nos ha causado. Escuchamos historias que incrementan nuestras emociones negativas.

Se siente estrés, ansiedad, miedo y tristeza. Psicólogos y psiquiatras anuncian la explosión de problemas mentales como consecuencia del Covid-19. Además, que aquellos pacientes con algún padecimiento mental, tuvieron que suspender sus tratamientos provocando su agudización, a causa de que los especialistas se concentraron en atender pacientes infectados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 60 por ciento de los servicios de psicoterapia se vio interrumpido a nivel mundial.

La misma OMS alertó sobre un crecimiento exponencial en las tasas de suicidio, siendo la segunda causa de muerte entre los jóvenes de entre 15 y 29 años. Se ha registrado un gran incremento también en el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias nocivas, así como las apuestas y juegos de azar.

Entiendo que hemos dado prioridad todos a la atención de la salud física de aquellos que han sido contagiados por Covid-19; sin embargo, resulta urgente atender el avance silencioso de los padecimientos que están afectando nuestra salud mental. Aunque el esfuerzo debe ser institucional y organizado, podemos comenzar por nosotros mismos: dormir bien, comer saludablemente, hacer ejercicio, evitar las sustancias nocivas, limitar nuestro consumo de información que pudiera agudizar nuestras preocupaciones, mantenernos ocupados, mantener contacto con las personas que queremos y cultivar pensamientos positivos. Tal vez lo más importante es saber detectar cuándo requerimos ayuda profesional y en ese supuesto, sin dudar, debemos solicitarla.

Doloroso y silencioso avance difícil de atajar. Desafortunadamente una vez más serán los que menos tienen los que sufrirán más, frente a la ausencia de servicios gratuitos que atiendan este tipo de padecimientos y lo inalcanzable de los servicios que se ofrecen a nivel privado por sus altos precios. Es urgente que hablemos más sobre salud mental y que ejecutemos un esfuerzo organizado por atenderla.

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