Copa Mundial Rusia, 2018, San Petesburgo, gana Argentina contra Nigeria logrando su pase a octavos de final; sin embargo, la atención se centra en el polémico Diego Maradona, quien desde el palco aparece con los brazos cruzados, los ojos cerrados y la boca abierta celebrando un gol. De la euforia pasó a la somnolencia para salir totalmente descompensado y en ambulancia al hospital. En este pequeño momento se puede resumir la historia de su vida: momentos impredecibles, descaro y riesgo de muerte.
En un libro de Juan Villoro (2012) acerca del futbolista, se narra el encargo que le hicieron en 2004 de escribir su obituario, pues había sufrido infartos, crisis hipertensivas, arritmias, hepatitis, intoxicaciones severas y un sinfín de enfermedades, muchas de ellas debido a sus adicciones, de tal forma que su muerte se espera en cualquier momento desde hace años.
La vida de Maradona se ha comparado con tres actos de ópera: el primero, su ascenso desde la miseria hasta el éxito total; el segundo, su gloria atribulada y el tercero, sus escándalos interminables que presenciamos hasta el día de hoy.
En ese tiempo tenía 58 años.
Proveniente de un barrio humilde de Argentina donde debutó en primera división a los 15 años. Ganador de la copa del mundo en México en 1986, confesó que desde los 23 años y siendo un jugador profesional consumía cocaína.
Comparado con Pelé como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos, se caracterizó por romper las reglas y faltarle al respeto al deporte. Pasando por su conocida adicción a la cocaína, al alcoholismo, bulimia, sobrepeso, varios infartos con crisis hipertensivas. Es posible entender que sufrió de un desorden de personalidad, en principio narcisista, pero con rasgos psicopáticos importantes.
En varios partidos le demostraron dopaje por uso de drogas y al castigarlo, sacándolo de la cancha, decía: “me están cortando las piernas”.
Su débil estructura de personalidad no le permitió disfrutar de sus grandes capacidades. Se casó con su novia de la adolescencia con la que tuvo dos hijas, pero fue infiel: tuvo hijos fuera de su matrimonio y terminaron en los tribunales. Fue detenido por violencia y narcotráfico.
La cocaína es una droga extremadamente adictiva, es muy difícil que una persona que la pruebe pueda predecir o controlar por cuanto tiempo la continuará deseando y consumiendo.
Además de sus efectos en el comportamiento, produce daño cardiovascular: taquicardia, elevaciones de la presión arterial, arritmias cardiacas. Al suspender su uso causa fatiga, aumento en el apetito, trastornos en el sueño y mucha ansiedad.
Un estudio de la escuela de medicina de Mount Sinai (Watts, 2014) reveló que el uso prolongado de cocaína se asocia con déficits en la parte del cerebro que regula la autoobservación y el comportamiento social de los individuos. Los estudios de resonancia magnética en consumidores de cocaína (con o sin la droga en el momento del estudio) demostraron anomalías en el cerebro de una zona llamada corteza cingulada anterior, la cual se daña crónicamente y eso hace que los afectados por esta adicción no sean capaces de reconocer y responder ante sus errores.
El doctor Scott Moeller (JAMA, Psychiatry, 2013, Nov 20) señaló en su publicación acerca de las fallas sociales que produce esta sustancia que uno de los objetivos de la rehabilitación, además de dejar de usar la droga, debe incluir la reinsersión social de estos pacientes.
Lo que teníamos ante nuestra mirada era a un hombre deteriorado debido a que nunca logró rehabilitarse completamente. Ayer murió y las notas periodísticas dicen que fue por un paro cardiorrespiratorio.
En sus palabras: “¿Sabés qué jugador habría sido yo si no hubiese tomado drogas?”