Nueva ley del Conacyt

COLUMNA INVITADA

Eduardo López Betancourt
Eduardo López Betancourt Foto: larazondemexico

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) es un organismo que fue creado para promover la investigación en todos los ámbitos. Sus resultados sin duda, mantuvieron vicisitudes. Por momentos se dieron éxitos, sobre todo en la promoción y apoyo a estudiantes, quienes recibieron becas, tanto a nivel nacional como en el extranjero.

En el mismo sentido se apoyó a investigadores, se les estimuló para continuar su desarrollo, particularmente en las llamadas ciencias duras y de alguna manera se marginó a las humanidades. Debe reconocerse, áreas como Derecho, Filosofía, Economía, Sociología y Ciencias Políticas, carecieron de respaldo, considerando en forma errónea que no son sectores de relevancia, despreciando amplio campo del conocimiento.

El Conacyt entró en un proceso de desprestigio, destacando grupos mafiosos que se autonombraron “científicos”, donde un Foro Consultivo, conformado por algunos personajes destacados, pero otros burócratas y vividores, se convirtió en el órgano de mando.

Así, el Foro Consultivo pasó a ser ejecutivo y tiránico, concedía favores, contratos y manejaba a discreción el presupuesto del Conacyt, cuyos directivos eran figuras decorativas, manteniendo el poder los integrantes del Foro, que era una especie de “club de Toby”, sólo entraban los amigos y compadres. En el mismo renglón se encontraban los investigadores; en el llamado Sistema Nacional de Investigadores (SNI), se otorgaban beneficios de todo tipo a quienes integraban parte de la “mafia”, así, oscuros profesionistas lograron concesiones y honores al por mayor.

Las investigaciones tomaron en la práctica absoluto abandono, dándose el caso vergonzante de autorizaciones por varios millones de pesos, para complacer intereses individuales e inocuos; tal fue el caso de una investigación que aprobó el Foro, para mejorar la calidad de la harina que se utiliza para la fabricación de pizzas; algo interesante, pero no fundamental para el país. Ejemplos de este tipo abundan y al final, el Conacyt perdió el camino.

En el actual gobierno, atinadamente se nombró Directora del Conacyt a la Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces, digna representante de la seriedad y decencia académica. Su designación causó molestia entre los “mafiosos” del Conacyt, quienes de inmediato iniciaron una campaña de ofensas y descalificaciones en su contra. Los profesionales de la mentira y simuladores de la ciencia, le crearon un mal ambiente, pretendiendo su renuncia.

Uno de los más importantes actos que ha realizado la Dra. Álvarez-Buylla Roces, es presentar ante la Comunidad Científica un Anteproyecto de Iniciativa de Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación. De inicio un cambio esencial, este Anteproyecto incorpora a las HUMANIDADES, algo olvidado. Cabe resaltar que dicho Anteproyecto ha sido sometido a sinnúmero de consultas. Se han expresado diversidad de opiniones, donde como en todo, hay algunas sumamente valiosas, pero otras son críticas irreflexivas y pasionales, conductas de mala fe, provenientes de quienes, en el pasado se habían apoderado del Conacyt.

La Ley tiene aspectos elocuentes, uno de ellos, la creación de un Consejo de Estado, mismo que preside el Jefe del Ejecutivo Federal; nótese, algo verdaderamente admirable; a la investigación se le da un nivel primordial para el progreso de la ciencia.

El Anteproyecto deja en claro, todo lo que haga el Conacyt es para lograr mejoras, para la Comunidad; margina trabajos particulares o irrelevantes, se acaba de una vez por todas con canonjías y asegura: “garantizar el ejercicio efectivo del derecho humano a la ciencia, incluido el derecho de toda persona a gozar de los beneficios del desarrollo de las humanidades, las ciencias, las tecnologías y la innovación…”.

La Ley contempla la necesaria y adecuada intervención de Universidades e Instituciones de Educación Superior, ello por lo menos en 30 artículos del Anteproyecto; se busca preservar, entre otros, valiosos principios de la autonomía de las Universidades, que, en reciprocidad, deben respetar la autonomía del Conacyt.

El Anteproyecto es genérico, lo cual permitirá la aprobación de reglamentos específicos, nótese, una adecuada técnica legislativa, la cual hará mucho más eficaz el principio esencial de esta nueva Ley, que es darle a la investigación un concepto máximo y entenderla como un Derecho Humano. Así, todas las investigaciones que haga el Conacyt deberán tener ese objetivo.

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