Campañas: recta final

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Eduardo Nateras
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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En menos de dos semanas, estas larguísimas campañas electorales llegarán a su fin y —tres días más tarde— habremos de acudir a las urnas a la que será la elección más grande de nuestro país —por lo que a número de votantes y cargos de elección en juego, en una misma jornada electoral, se refiere.

Nos encontramos en la recta final de un proceso en el que, por primera vez en la historia de México, una mujer llegará a la Presidencia de la República. Sin embargo, el camino ha sido particular en muchos sentidos y con diversos aspectos a destacar todavía de aquí al día de las votaciones.

Por lo que respecta a las campañas electorales, si bien formalmente comenzaron apenas el 1 de marzo de este año, en la práctica dieron inicio desde el periodo de precampañas e, inclusive, muchos meses atrás, con el sainete generado entre quienes aspiraban a la candidatura oficialista y que desde hace un par de años fueron impulsados desde el palco presidencial.

Ello ha derivado en una larguísima sobreexposición —constante y abrumadora— del electorado a spots de radio y televisión, donde, aún con el paso de los años, poco ha cambiado en el modelo de campañas imperante en nuestro país, con contenido de valor prácticamente nulo que realmente sirva para generar una opinión fundamentada sobre las candidaturas, sus plataformas y sus principales propuestas.

En contraste, cabe resaltar que apenas se cumplieron treinta años de la realización del primer debate presidencial en México —el de 1994, entre Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas. En este ámbito, sí resulta impresionante atestiguar la evolución de un ejercicio democrático fundamental, si se considera que aquella primera edición no contó con reglas definidas para su realización, que fue organizado por entes privados más que por la autoridad electoral y en el que no participaron la totalidad de contendientes en la elección —únicamente los tres punteros— por no considerarles suficientemente relevantes.

Así, el próximo domingo se llevará a cabo el tercer y último debate entre quienes buscan ocupar la presidencia de México. Es cierto que, a tan sólo 16 días de la jornada electoral, poco puede cambiar en las preferencias del electorado a raíz de este episodio. Sin embargo, no deja de ser un ejercicio democrático relevantísimo antes de acudir a las urnas y una de las últimas oportunidades de escuchar a las candidaturas confrontar ideas y cuestionar a sus contrincantes, cara a cara, lejos de los templetes y los eventos multitudinarios a modo.

Finalmente, vale la pena resaltar que la elección está en manos del voto joven, por ser el sector más amplio del electorado, pero con la enorme paradoja de ser también el menos interesado en temas públicos, al que a las candidaturas más trabajo les cuesta dirigirse y el que menos atendido se siente por quienes buscan hacerse de su voto.

Con todo, en esta recta final, aún estamos a tiempo de allegarnos de la información necesaria para que, el próximo 2 de junio, podamos salir a votar de la manera más informada posible.