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CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras
Eduardo Nateras larazondemexico

Dos días después de llevarse a cabo el caótico primer debate entre los dos contendientes por la presidencia estadounidense, Donald Trump dio positivo a Covid-19 y requirió ser trasladado a un hospital –únicamente– durante el fin de semana.

Si bien Trump se suma a otros 35.5 millones de contagios y más de un millón de víctimas mortales a nivel global a causa del virus, no se trata de un caso cualquiera, pues como jefe de Estado de la nación más poderosa del mundo, el mandatario norteamericano ha tenido uno de los manejos más lamentables de la crisis sanitaria y ha sido uno de los principales detractores del uso de cubrebocas, como una de las medidas básicas para prevenir contagios. Es más, en pleno debate alardeó del óptimo estado de salud de su entorno cercano y consideró una exageración utilizarlo si no era estrictamente necesario. Bofetada con cubrebocas blanco la que recibió.

Sin embargo, con todo y que durante el fin de semana se especuló sobre la gravedad de su estado de salud, Trump –aún contagioso– tomó la irresponsable decisión de abandonar el hospital tras permanecer tan sólo cuatro días internado, para continuar con la campaña electoral que le permita ampliar por un periodo más una gestión cuya laxa política sanitaria ha convertido a su país en el más contagiado del mundo. Vaya, hay malestares comunes que duran más tiempo que lo que el presidente estadounidense permaneció en el nosocomio contagiado por un virus que, tan sólo en Estados Unidos, ha provocado más de 7.5 millones de casos positivos y más de 200 mil muertes.

No conforme con ello, al líder, caracterizado por su nulo interés en cuidar las formas, le resultó insuficiente que él, su esposa y más de una decena de colaboradores suyos resultaran contagiados y se permitió emitir imprudentes mensajes desde el hospital, en los que exhortó a perderle el miedo a la enfermedad. Una muestra de profundo desprecio hacia las víctimas, la amplia mayoría de ellas, sin acceso a los mismos servicios de salud del mandatario, evidentemente.

El proceso electoral norteamericano resulta muy particular en muchos aspectos. Aunado al sistema de votación indirecta por medio de un colegio electoral, sus campañas se caracterizan por ser muy cortas pero muy intensas, por lo que cada minuto de exposición mediática y electoral, cuenta mucho. A poco más de tres semanas de distancia de las elecciones y con el segundo debate agendado para el próximo jueves –si es que se concreta–, cumplir a cabalidad con la cuarentena prácticamente implicaría entregar sobre el escritorio el resultado de una contienda en la que las principales casas encuestadoras ponen ya con ventaja de doble dígito a Joe Biden.

Pero que no se malinterprete la conclusión. El contagio del presidente estadounidense fue la estocada final que el propio Covid le dio a su gestión y al tan irresponsable manejo que ha tenido de la pandemia. Trump pronto estará muy consciente de que el Covid-19 no sólo resta vidas –lo cual muy poco le ha importado–, sino también votos.

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