Matamoros: podredumbre y absurdo

CONTRAQUERENCIA

Eduardo Nateras<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Eduardo Nateras*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Lo acontecido en el transcurso de la última semana en Matamoros, Tamaulipas, es de escándalo a nivel local y mundial, por la gravedad de lo acontecido y por las consecuencias externas que le puede traer a nuestro país, justo en un momento en el que la relación con Estados Unidos se encuentra particularmente tensa.

Nuestra compleja agenda bilateral incluye crecientes disputas por el comercio de maíz transgénico, temas migratorios, el juicio en contra de García Luna, las extradiciones pendientes de Ovidio Guzmán y Rafael Caro Quintero y las alertas causadas por la reciente Reforma Electoral. A ello, ahora, hay que agregar una evidente crisis de seguridad, en el momento menos necesario.

El 3 de marzo pasado, fuimos testigos de un acontecimiento más de la violencia desbordada a causa del poder y absoluto control que el crimen organizado ejerce en diversas latitudes del territorio nacional, en donde la presencia del Estado es literalmente nula. En las crudas imágenes difundidas por diversos medios, se pudo apreciar cómo, entre el tráfico de la ciudad fronteriza, diversos sujetos armados arrastraron los cuerpos de tres hombres para luego arrojarlos a la parte trasera de una camioneta, a la que también subieron a una mujer.

Con el transcurso de las horas y, presumiblemente, de manera orquestada por el propio gobierno norteamericano, en diversos noticieros de Estados Unidos trascendió que las cuatro personas “levantadas” eran ciudadanos estadounidenses, con lo que comenzó una frenética búsqueda, tanto de autoridades nacionales como norteamericanas, para determinar su paradero. Unas horas más tarde, las cuatro personas fueron localizadas —dos de ellas, sin vida.

La crisis en Matamoros ocurre, tan sólo unos días después de otra más en la misma entidad —en donde miembros del ejército dispararon en contra de un vehículo en el que viajaban siete jóvenes, matando a cinco de ellos— y en medio de crecientes presiones por parte de diversos miembros del Partido Republicano —principalmente—, quienes buscan equiparar las actividades del narco mexicano con terrorismo, para que fuerzas de seguridad y militares estadounidenses puedan tener injerencia y presencia en nuestro territorio —algo completamente inadmisible.

Ya en el extremo del absurdo, el día de ayer, el mismo Cártel del Golfo habría entregado con vida a los presuntos responsables de los hechos en Matamoros —en los que también murió una mujer mexicana—, luego de que aparecieran cinco sujetos amordazados al lado de una camioneta y un mensaje, en el que el grupo delictivo ofrece disculpas y se excusa al decir que los presuntos responsables actuaron por cuenta propia y en contra de las reglas del cártel, el cual “ha operado siempre, respetando la vida y la integridad de los inocentes”. Vaya, el mundo al revés.

Así la tensa situación con nuestro vecino del norte. Por lo pronto, ayer se reunieron de emergencia Andrés Manuel, Ebrard, Gertz y Rosa Icela con una comitiva norteamericana encabezada por el embajador Ken Salazar. Y ahora qué, ¿a doblar las manitas?

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