Hasta la cocina

DESDE LAS CLOACAS

El Duende*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
El Duende
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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La Cuarta Transformación se metió, literalmente, hasta la cocina. Y no le hablo de lo tradicional que se han vuelto los tamales de chipilín o la sopa de milpa con agua de jamaica que sirven en los banquetes tabasqueños.

Me refiero a que hasta en la cocina de ciertas dependencias se siguen replicando mañas que, al inicio del sexenio, nos prometieron que serían erradicadas por completo y que dejarían de existir.

Le platico, en una de esas dependencias en las que a cada rato cambia su titular, se ha llegado a comprar hasta en 500 pesos un solo aguacate o un domo de frambuesas que en el súper se encuentra en 50 pesos, los proveedores se lo venden al Gobierno hasta diez veces más caro.

¿Por qué? Los encargados de cocinarle a las y los secretarios hacen una lista de lo que requieren, ya sea por día o por semana. Éstos la mandan a otra área encargada de comprar insumos y éstos, a su vez, la pasan a los proveedores.

En alguna parte de esta cadenita, de este proceso, el precio suele inflarse de manera exorbitante y la dependencia no hace más que abrir la cartera, misma que va con dinero de todos los ciudadanos que pagamos impuestos.

Fuentes confiables me cuentan que el problema o mejor dicho el acto de corrupción se gesta una vez que la lista de insumos sale de la cocina. El área que compra –por lo general Finanzas– no tiene reparo en comprarle al proveedor al precio que se lo vendan, por la simple y sencilla razón de que ese proveedor no es más que algún familiar, amigo, o vecino de los funcionarios.

Es decir que, aunque las dependencias están obligadas a buscar los mejores precios y a los proveedores más competitivos, por lo general se otorgan adjudicaciones directas a personas que sólo se cruzan la calle, compran en un súper y se lo revenden al Gobierno muchísimo más caro.

Esas mismas fuentes me dicen que estas mañas, además de que no han sido erradicadas, persistirán en la administración federal entrante pues hay un personaje que se convertirá en secretario de Estado… ese personaje tiene entre sus familiares a restauranteros que desde ya se frotan las manos por el jugoso negocio que significará encargarse de cocinar para los llamados a construir el segundo piso de la 4T.

Así que eso de los tamales de chipilín, para cuya elaboración se creó una figura en el Gobierno especialmente dedicada a ir a Tabasco y comprar los ingredientes, más que un mero platillo típico ya es un modus operandi.

En el baúl. En varias secretarías de Estado tienen el currículum en el escritorio a la espera de que les digan si lo van mandando a las oficinas del partido político en el Gobierno o se esperan a que venga el relevo en octubre y de ahí se quedan hasta diciembre ¿Por qué? Porque esperan aplicar el año de Hidalgo y no perder cuantiosas prestaciones que, como trabajadores de la administración federal, tienen. Los cercanos a Morena no tienen de qué preocuparse, caerán paraditos, lo feo viene para funcionarias y funcionarios de probada capacidad que se enfrentarán, como cada seis años, a los designios del reparto y pago de cuotas.

Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!