La familia de Marlén, desaparecida y asesinada en 2016 en la CDMX, se enteró de la sentencia contra su feminicida por casualidad.
Sin llamadas, ni mensajes, ni otro aviso, los funcionarios del Juzgado quincuagésimo sexto penal con sede en el Reclusorio Oriente pegaron la notificación en la puerta del domicilio de uno de sus familiares, como se hubiera hecho, quizás, hace cien años.
La sentencia se dictó el pasado martes 26 de septiembre, pero ellos se enteraron hasta el viernes 29 en la noche, cuando una vecina vio en la puerta las hojas pegadas con la notificación y les marcó: “Encontré un aviso pegado en la puerta, les mando fotografía”.
La sentencia: 33 años nueve meses de prisión, prácticamente la mínima.
La familia de Marlén, asesinada en marzo de 2016 por su excónyuge, Marco Antonio “N”, no fue informada de las diligencias en las que el feminicida presentó a una testigo que incurrió en falsedad de declaraciones y tampoco fueron requeridos para asistir a la audiencia en la que el asesino se encaró con los testigos que lo ubicaron en el lugar y la hora de los hechos.
En dichas diligencias el imputado se declaró inocente, a pesar de que los peritajes en materia de ADN y telefonía móvil, revelaron que Marco Antonio y un segundo implicado asfixiaron a su víctima hasta quitarle la vida.
El Juzgado no tomó en cuenta a la familia, a pesar de que ellos prácticamente armaron la primera parte del expediente, esto ante los errores y omisiones en las que el Ministerio Público incurrió durante las primeras horas del feminicidio.
La opacidad de las diligencias no permitió a la familia de Marlén saber con tiempo, qué llevó al Juez a considerar una culpabilidad ligeramente superior a la mínima —para estos casos es de 30 años y la máxima de 60— es decir, para el juez una joven que fue violentada sexualmente y asesinada por dos personas, para luego ser expuesta en la vía pública; una mujer que dejó un menor en la orfandad, no fue tan grave.
¿Sabe por qué en pleno 2023 se siguen cometiendo estas aberraciones judiciales? Porque el feminicidio de Marlén se cometió en marzo de 2016, tres meses antes de la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia penal.
Le explico. Entre otras cosas, el sistema de justicia que entró en vigor en junio de 2016 trajo consigo los llamados juicios orales y la oportunidad de que los familiares de las víctimas coadyuven con el Ministerio Público en la investigación, así como que las autoridades estén obligadas a notificar a las víctimas indirectas de cada diligencia y actuar.
Los familiares de Marlén se movieron rápido y pudieron apelar la sentencia que tendrá que ser revisada por un colegiado del Poder Judicial de la Ciudad de México y reconsiderar si este caso que le cuento no fue tan grave y merece una pena mínima como lo consideró el Juzgado quincuagésimo sexto penal.
¿Sabe cuántos casos como este quedaron en el anterior sistema penal? La opacidad en la que el Poder Judicial de la Ciudad de México maneja estos casos es abrumador y no se sabe a ciencia cierta el número de feminicidios cometidos previo a la entrada en vigor del nuevo sistema de justicia.
No sabremos cuántas familias se enteran por casualidad de las sentencias a los feminicidas y si éstas fueron dictadas por jueces que consideran que quitarle la vida a una mujer, no es tan grave y optan por repartir carpetazos a toda prisa.
A esta situación se suma la revictimización de la familia de Marléne, a quién en tres ocasiones —la última la semana pasada— la FGJCDMX les ha llamado para saber si la joven aún sigue desaparecida.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!