El Duende

¿Y la Guardia Nacional?

DESDE LAS CLOACAS

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A inicios de julio del año pasado, 450 elementos de la Guardia Nacional comenzaron operaciones en la Ciudad de México, específicamente en Iztapalapa, donde las autoridades incluso realizaron un recorrido por las calles de una de las demarcaciones más conflictivas de la capital y con esto anunciaron con bombo y platillo su arranque de manera oficial.

Un año después, muy poco se sabe de las operaciones que ha realizado ese cuerpo de 450 elementos, y si realmente su presencia en la alcaldía ha disminuido la incidencia delictiva, o si sólo son requeridos para desactivar fiestas clandestinas en colonias populares.

Meses después de que iniciaran funciones, en agosto de 2019, este humilde Duende pidió a través de solicitudes de información a la Secretaría de la Defensa Nacional —a la cual pertenecen la mayoría de los elementos— y también a la Secretaría de Seguridad Ciudadana, un parte de las primeras acciones realizadas por la Guardia Nacional.

Por un lado, la Sedena dijo no contar con datos al respecto y pidió dirigir la petición a la Secretaría de Seguridad Ciudadana, argumentando que la Guardia Nacional está adscrita como un órgano administrativo desconcentrado de la dependencia.

La misma petición fue rebotada en la Secretaría de Seguridad, con la “sugerencia” de dirigir ahora la petición al “órgano administrativo desconcentrado de la Policía Federal” tomando en consideración que de momento, la misma Guardia Nacional se conforma de elementos de las Policías Federal, Militar y Naval.

Si en algo se han especializado en la Guardia Nacional —esto en todo el país— es en rebotar las solicitudes de información que llegan de ciudadanos, mediante las que se quiere conocer qué es lo que están haciendo sus elementos.

Su cerrazón es característica de los cuerpos castrenses y no de un órgano de seguridad de carácter civil, como se vendió desde un principio. Incluso organizaciones no gubernamentales han intentado desde hace un año que se creó el cuerpo de seguridad, encontrar datos claros de sus actividades, sin obtener respuesta.

En abril de este año, las autoridades de Iztapalapa informaron que la incidencia delictiva en la zona había bajado. Los delitos de alto impacto pasaron de 627 en el mes de marzo a 426 en abril.

También que el robo a transeúnte pasó de 205 denuncias a 113 en el mismo periodo y el robo a vehículo se contrajo de 104 denuncias a 66.

Y no, no fue gracias a la Guardia Nacional. Las propias autoridades atribuyeron esa baja en los delitos, como un efecto inmediato del confinamiento de la población en medio de la contingencia sanitaria por el Covid-19.

La pregunta es: ¿Por qué no se habla con claridad de las acciones que están emprendiendo y cuáles son los resultados que ha entregado este cuerpo de élite?

Se supone que la transparencia es uno de los estandartes que tanto ha pregonado esta administración.