En la era del acarreo institucional, no extraña que la gorra, la playera, la bolsa para el mandado o la cubeta para la leche, sea política de Estado que encierra un suculento negocio. Le cuento.
Resulta que, con mochilas y gorras, el Gobierno de México busca frenar en el sureste el camino de cientos de migrantes que aspiran a llegar a Estados Unidos. Así como lo lee.
En la Secretaría de Bienestar, a cargo de Ariadna Montiel, le tienen tanta fe a las mochilas y gorras que confían en que estas ayuden también a combatir la violencia y la depresión. Es por esto que la lana destinada a la adquisición de estos productos para la población migrante en la frontera sur creció de manera súbita en la dependencia federal de un año a otro.
Por ejemplo, en diciembre del 2021, se suscribió el contrato con Manuel Alejandro Álvarez González por 461 mil pesos. Y nuevamente a fin de año, pero en octubre del 2022, Manuel Alejandro volvió a ganar el contrato para la adquisición de gorras y mochilas, pero ahora por 2.5 millones de pesos, un aumento de más de dos millones de pesos, que representa un incremento del 443 por ciento.
Con logos del Gobierno de México y la Secretaría de Bienestar, estos productos se entregan a todos los migrantes que participan en talleres de carpintería, ferretería, agroforestería, electrónica, apicultura, panadería, corte y confección, entre otros, que se realizan en centros de migración de Tapachula, Chiapas.
La dependencia federal señala que la finalidad es tener una población beneficiada con un trato digno y hacerla sentir útil en el día a día e incentivar la ocupación en actividades diarias que reducen las expresiones de violencia, depresión y ansiedad, facilitando la integración comunitaria. ¿Qué tal?
“La adquisición de mochilas y gorras para el Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural, en atención a la población migrante en la frontera sur, permitirá que el presente ejercicio fiscal dote de enseres necesarios para el fortalecimiento de capacidades y aptitudes de la población migrante estacionada, específicamente en Tapachula”, señala la Secretaría de Bienestar. Yo creo que hasta propiedades curativas deben tener las dichosas gorras de la 4T.
Son mochila back pack color negro (para soportar de 12 a 17 kilogramos mínimo) con el logotipo de la dependencia y bordada en la parte frontal la leyenda “Emergencia social”, gorras tipo beisboleras y sombreros.
Y no sólo gorras y mochilas, la dependencia también firmó un contrato con Grupo Maferefun S.A. de C.V. por 2.4 millones de pesos para la adquisición de herramientas para los migrantes en la frontera sur. El detalle y lo extraño aquí, es que esa empresa sea comercializadora de alimentos, no de herramientas.
No sé a usted, pero todo esto de las gorras, las herramientas y las mochilas me huele a “cochupo” a empresas fantasma, a amigos o familiares beneficiados con estos contratos millonarios… ¡a corrupción!
Saque usted sus conclusiones, pero yo me quedé en que según esas prácticas se iban a acabar “barriendo las escaleras de arriba para abajo”.
En el baúl: El INE no se toca, y meterle mano al árbitro electoral parece una falta muy grave contra la vida democrática de nuestro país. Lo que también es grave —y a todas luces un tremendo conflicto de interés— es que exconsejeros electorales concluyan su periodo en el cargo, funden despachos y enseguida le vendan al Instituto servicios de asesoría que, por supuesto, saben hacer muy bien. En estos días le cuento a quién me refiero.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… ¡regresaréeeeeeeee!