E l acarreo no sólo goza de cabal salud, sino que ahora se ha institucionalizado. No me refiero sólo a la vergonzosa acción de llevar y traer gente a un mitin político a cambio de una torta y un refresco, o muy en los tiempos de la 4T, a cambio de mantenerles el apoyo de un programa social o de plano de seguir con empleo en el Gobierno.
Con la marcha por los cuatro años de Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quedaron formalizadas las nuevas y viejas mañas de la polaca que, pensamos ilusamente en 2018, habían quedado atrás.
Paseo de la Reforma y calles aledañas con cientos de autobuses provenientes de distintos lugares de la república repletos de “simpatizantes”, transporte “pagado” por legisladores y gobiernos que viven de nuestros impuestos querido lector.
Voy a permitirme fantasear un poco, y es que no me extrañaría que un día de éstos se llegue a la creación de una bolsa, un dinerito, unos cuantos millones de pesos al año, para los acarreados. Algo así como “el recurso” para garantizarle al pueblo el ejercicio de actividades políticas y sobre todo proselitistas.
Otra maña: el vuelco de dinero del Gobierno para celebrarle el día al inquilino de Palacio Nacional; el mariachi de la Marina y bandas de música de la Secretaría de la Defensa Nacional, tuvieron que salir a amenizar el mitin en el Zócalo.
El uso de los medios públicos para transmitir la caminata en vivo; y créame, no tardaremos en saber cuánto nos costó el numerito. ¿Cuánto le gusta a usted que haya salido de nuestros impuestos para solventar la marcha? ¿Cuánto cash? La administración pública al servicio de actos políticos. Oh lalá!
Y es que ésa es la otra, la adulación incondicional de la figura presidencial. Es la reedición de los desfiles faraónicos, esta vez no a bordo de un auto de lujo —como en los tiempos del más puro priismo— pero sí flanqueado por gobernadores, secretarios de Estado, legisladoras y legisladores, aspirantes, suspirantes, etcétera…
Lo de ayer demostró también que la plaza pública, al parecer, tiene dueño. Si los ciudadanos salen a marchar para mostrar inconformidad con el Gobierno o para solidarizarse con otras causas, el poder y sus incondicionales saldrán más tarde a hacer también la suya, en una demostración de fuerza y de que quede claro que la calle “le pertenece” a una sola persona.
Y es ahí, donde pienso que, con la marcha de ayer, queda consolidada otra de las formas políticas de la 4T: la división como forma de Gobierno. El mensaje es claro y se aprende rapidísimo: “Si ustedes salen, nosotros lo haremos con más fuerza”.
Desafortunadamente, se institucionaliza también, el mitin político, el placeo mientras se ignoran las matanzas, las desapariciones, los feminicidios, la violencia y la inseguridad que sucede a diario en todos los rincones del país.
Y mientras todo esto sucede, el subsecretario de Seguridad Pública del Gobierno, Ricardo Mejía Berdeja, lo mismo juega beisbol y lo presume en sus redes, que graba “Tik Toks” bailando. En tanto, el Presidente está más ocupado en mostrar su músculo político —al que se le ponga enfrente— que en gobernar.
En el baúl: Mientras los funcionarios de la 4T salen a las calles a marchar, otros también caminan a las órdenes de los nuevos tiempos, pero desde las instituciones a las que se les ha quitado la autonomía. Me cuentan mis fuentes, que en la CNDH, una vez anunciada la iniciativa de Ley contra la Violencia Vicaria de la CDMX —y la cual tiene la bendición de la Jefa de Gobierno— se ordenó parar todas las actividades concernientes a promover los derechos de los niños de padres separados. No más cursos, no más orientaciones, esto para no hacer ruido mientras la iniciativa se convierte en ley.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!