Me gustaría decirle que, tras emitir su voto ayer, domingo 2 de junio, el día de hoy amaneció en un país en el que ya no hay corrupción, tenemos un sistema de salud como en Dinamarca y los funcionarios mentirosos y rateros están en el fresco bote.
Ojalá usted estuviera leyendo que la violencia simplemente ha desaparecido y puede salir tranquilo a las calles —usted o cualquier miembro de su familia— sin el miedo de ya no regresar. Que, tras participar en las elecciones, hemos encontrado a los miles de desaparecidos y la impunidad es sólo un mal recuerdo.
Estaría increíble contarle que, luego de votar y que una de las fuerzas políticas en disputa se proclamó ganadora de la elección, este lunes usted despertó en un país en el que la pobreza fue erradicada y cada peso que ha pagado de impuestos se ha utilizado eficientemente y se refleja en servicios de primer nivel.
No sabe las ganas que tengo de decirle que cuando abrió los ojos esta mañana la desconfianza ya no nos cuesta más de 22 mil millones de pesos, dinero que se tiene que invertir en organizar las elecciones cada seis años.
Pero tristemente no es así. La corrupción no ha desaparecido por arte de magia, no estamos en el primer mundo en cuanto a servicios de salud se refiere, las y los funcionarios que se han hecho ricos a costa del erario siguen picándonos los ojos y la impunidad es una constante.
Usted salió ayer a votar y cumplir con su deber cívico con el país, pero eso no fue suficiente para que salga a caminar en paz a la calle o para que no sea víctima de un asalto, una agresión o una desaparición forzada. A pesar de que durante la campaña nos prometieron todo, lamentablemente seguimos sin encontrar a nuestros más de 100 mil desaparecidos.
Hoy, 3 de junio, los pobres siguen siendo pobres, y es bien sabido que además son todo un “buffet electoral” para los partidos políticos y les conviene que la gente se mantenga en dicha condición socioeconómica.
Y sí, seguimos viviendo en el país en el que reina la desconfianza y por eso las elecciones nos cuestan toda una millonada. De hecho, es muy probable que la próxima elección nos cueste más de 22 mil millones de pesos.
Pero no quiero que esto sea un texto desesperanzador, querido lector, porque si usted salió a votar pertenece a los mexicanos que quieren un país distinto, que aspiran a mejorar las condiciones de vida.
Así que déjeme felicitarla o felicitarlo, porque es de esos ciudadanos que aya sea que apoye a un proyecto o a otro— cree que podemos, entre todos, cambiar a nuestra amada patria y que pese a las y los políticos, sí pese a ellos, aspira a vivir en condiciones mejores de las que tenemos.
No se trató sólo de salir a votar, las cosas y las circunstancias no cambian por arte de magia; además de participar en las elecciones, hay que chambear todos los días por sacar adelante a nuestro país. Ya votamos, la otra parte del trabajo es exigirle resultados a quienes fueron electos en diputaciones locales, federales, alcaldías, senadurías, gubernaturas y, principalmente, en la Presidencia de la República.
Ojalá que un día, quizás nosotros no, pero sí nuestros hijos, despierten en un lugar mejor para vivir.
¡Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!