Las pifias de Merino

DESDE LAS CLOACAS

El Duende<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
El Duende*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Hace muchos, pero muchos años, conocí a un académico como pocos. Encantado siempre de ayudar a jóvenes periodistas a analizar datos y a entender el fenómeno de las redes sociales en México.

Estudioso de las nuevas tecnologías, no escatimaba tiempo para atender una llamada y ayudar en su materia de especialidad. Además, era un referente en el entonces llamado Twitter, ahora X.

José Merino, Pepe como lo conocen en el Gobierno, fue atraído por políticos y sumado al proyecto capitalino en 2018 en el que se desempeñó como titular de la Agencia Digital de Innovación Pública y donde no estuvo libre de escándalos.

En 2021, se viralizó en redes sociales la captura de pantalla de una conversación en WhatsApp en la que el titular de la ADIP despidió a un empleado de la dependencia; obvio, el funcionario se justificó en redes sociales.

En aquel momento y cobijado por los círculos gubernamentales, salió al paso y, vía redes, se disculpó por las formas: “Mi error fue no haberlo decidido antes y acumular frustración con su pobre desempeño y terrible disposición”, reconoció en aquel momento.

En 2022, un nuevo señalamiento lo puso en el ojo del huracán. El PAN en el Congreso de la Ciudad de México lo denunció ante la Fiscalía General de Justicia por el delito de ejercicio ilegal de atribuciones y facultades. Esto por respaldar el uso de Ivermectina en los tratamientos para los pacientes con Covid-19, cuando en aquel momento el fármaco no era recomendado por la OMS.

Aun así, Merino se mantuvo en la Agencia hasta el año pasado, cuando renunció al cargo para sumarse al proyecto de la hoy Presidenta electa, Claudia Sheinbaum, con la promesa de replicar lo que hizo en la Ciudad de México, pero ahora con mucho más presupuesto.

Fiel a su filosofía de no dejar pasar oportunidad alguna en materia de atribuciones —y desde luego del presupuesto—, el nuevo Elon Musk mexicano se perfila para aprovechar también las comodidades que tendrá como funcionario público.

Me cuentan mis fuentes en estas cloacas, que ya se encuentra armando toda su institución, despedazando a las secretarías de Comunicaciones, Gobernación, el Servicio Postal Mexicano, la Comisión Federal de Electricidad y hasta a la propia Presidencia de la República. De todas estas dependencias, deberá crear una agencia que emule a la de la CDMX.

El reto no es menor, pues concentrar la cantidad de datos que hagan más funcional los servicios a la ciudadanía puede servir en la capital del país, pero la realidad es muy diferente en los distintos rincones de México.

Quizás por esta encomienda, hoy intenta armar una pequeña e insignificante oficina, desde donde, por cierto, ya despacha: el humilde Palacio de Correos que, dicho sea de paso, le queda a dos cuadras de su casa.

Es así como Pepe pasó de atender a medios de comunicación y a estudiantes en un cubículo de docente, a despachar desde un humilde Palacio —como les gusta a los funcionarios de la llamada 4T— por los próximos seis años y encabezando una institución mandada a hacer a su medida.

En el baúl. Hoy se acaba un ciclo político que inició hace por lo menos 24 años. Muchos estarán muy contentos, otros tristes. El Presidente se irá —¿para siempre? —vitoreado por sus seguidores y abucheado por detractores y otros desilusionados. Deja un legado que deberá ser analizado y juzgado por la historia. Deja también el poder en manos de una de sus incondicionales y a otras piezas acomodadas en el próximo gabinete. Se va el personaje, pero no la corriente política; el lopezobradorismo dará mucho de qué hablar. Se termina un periodo, pero inicia otro. Que le vaya bien al país.

¡Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!!!

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