José Ángel Gurría, quien fuera secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores, y durante 15 años secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, y que pudo ser un candidato y Presidente de lujo, declinó participar en el proceso interno del Frente Amplio por México, pero aceptó encargarse de su Proyecto de Nación, una vez que, dijo, se cuente con un gobierno de coalición entre partidos políticos y la sociedad civil, cuya tarea será la recuperación del país.
Al bajarse de la contienda opositora y tras recibir la bienvenida y felicitación de Xóchitl Gálvez por hacerse cargo de ese proyecto del FAM, dada su amplia experiencia y talento en el servicio público, reconocido en el ámbito internacional, se dijo convencido de que, “unidos, los mexicanos lograremos posicionar una vez más a México como una potencia en la región y globalmente, de la misma manera que rescatar los derechos que el Estado nos debe proporcionar y que al día de hoy no lo hace”.
DE ESTO Y DE AQUELLO...
Necedad morenista y gubernamental, esa iniciativa presentada ayer en la sesión de la Comisión Permanente de reforma al artículo 94 constitucional para que los ministros de la Suprema Corte de Justicia ganen menos que el Presidente, porque “nadie trabaja más que él y su nivel de responsabilidad es mucho mayor al de cualquier funcionario del Poder Judicial” y, “les guste o no”, tienen que ajustarse a la “austeridad” republicana.
Lo que algunos preguntan es si, en vez de haberse fijado un sueldo de 108 mil pesos mensuales —que no incluye la larga lista de gastos, ayudantía, personal administrativo, giras, varios “autofestejos” al año—, a AMLO se le hubiera ocurrido autoimponerse una percepción de 15 o 20 mil, no sólo el personal del Poder Judicial sino del Gobierno federal tendría que recibir un ingreso menor, que llevaría a México al nivel de pobreza de Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Siguen las diarias violaciones a la Ley Electoral por parte no sólo de tres de las cuatro corcholatas que recorren el país, para que los conozcan, y a pintarrajear con sus nombres y lemas, cuanta barda o espacio público encontraron, aunque Marcelo Ebrard aseguró que las suyas fueron pagadas por la editorial que publicó su libro.
El que no se ha logrado promover ni remotamente en igual forma es Ricardo Monreal, que nunca aceptó el mote presidencial y al que los cinco millones de pesos anunciados como financiamiento de Morena, apenas le alcanzan para que le organicen asambleas informativas y cubrir gastos menores, pero no para pintar bardas ni mucho menos instalar costosos espectaculares, cuyo dispendio critica.
