Con un reiterativo mensaje de confianza en el rumbo del país, convencida de que la política se hace con amor, no con odio y de que la libertad es esencia de la democracia, Claudia Sheinbaum se convirtió ayer en la primera mujer Presidenta de México, en una sesión de Congreso General que distó de ser solemne por lo tumultuosa que resultó de parte de los diputados de Morena y sus aliados, que atropelladamente le cerraron el paso tanto a ella como al hasta ese momento mandatario Andrés Manuel López Obrador, para abrazarlos y fotografiarse con ellos.
En esa primera de las dos intervenciones que tuvo durante el día, luego de que doña Ifigenia Martínez, presidenta de la Cámara de Diputados y del Congreso, le entregara la banda presidencial, recibida de manos del mandatario saliente, la nueva Presidenta aseguró que su gobierno garantizará todas las libertades: de expresión, prensa, reunión y movilización; que será demócrata, nunca usará la fuerza del Estado para reprimir al pueblo y “no regresará la irresponsable guerra contra el narco de Calderón, que tanto daño le sigue haciendo a México”.
DE ESTO Y DE AQUELLO…
Tal como se comprometieron, las bancadas de oposición se mostraron respetuosas durante la sesión de Congreso General, en la que la Presidenta Sheinbaum asumió la Presidencia de la República, agradeció la presencia de los mandatarios e invitados especiales a la ceremonia de toma de posesión, entre ellos los de Brasil, Chile, Colombia, Honduras y Guatemala, así como de Jill Biden, esposa del presidente de Estados Unidos.
Por la tarde, con un atiborrado Zócalo, la nueva titular del Poder Ejecutivo Federal, en una tradicional ceremonia de más de un centenar de representantes de pueblos originarios y afromexicanos, recibió el Bastón de Mando luego de que le fuera hecha una “limpia”, en el templete colocado bajo el balcón central de Palacio Nacional, después de lo cual dirigió un nuevo mensaje a una multitud que la interrumpió con aplausos y porras en reiteradas ocasiones.
Fue en ese acto en el que pidió paciencia para dar a conocer los 100 compromisos de su gobierno, en una intervención que ciertamente se prolongó bajo amenazantes nubarrones que por fortuna no se convirtieron en torrencial aguacero, dando tiempo a que la nueva Presidenta hablara de ellos y anunciara un paquete de reformas constitucionales que enviará mañana a la Cámara de Diputados.
Entre ellas, una para semana de 40 horas; otra que prohíbe la reelección a partir de 2030 para que en ningún cargo de elección —alcaldes, diputados locales y federales, senadores— la haya; también, poner alto al nepotismo y someterse a la revocación de mandato y una, reiterativa: “Que nadie gane más que la Presidenta de la República”.