Durante seis años, cada mañana, el presidente Andrés Manuel López Obrador convirtió al Salón Tesorería en el epicentro político nacional. Ahí, implementó un modelo de comunicación política tan efectivo que secuestró la conversación del círculo rojo, apretó el puño contra sus críticos y reivindicó la vigencia del presidencialismo mexicano.
Desde su conferencia de prensa diaria, que con mil 435 sesiones hasta ayer ocupó en vivo unas 4 mil 305 horas en los principales canales del Sistema Público de Radiodifusión, el mandatario tuvo control de las narrativas de la agenda nacional, enfrentó a la oposición, salió al paso de crisis y tuvo un contacto directo con los ciudadanos sin la mediación de la prensa tradicional.
De acuerdo con datos de la firma SPIN, de Luis Estrada, tres de los temas más importantes que tuvo La Mañanera fueron el Aeropuerto Internacional Felipe Angeles, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas con 847, mil 262 y 432 menciones respectivamente, ni hablar de las menciones a periodistas, intelectuales, académicos, científicos, niños con cáncer, etc etc, etc.
Pero La Mañanera tuvo un origen hace casi 24 años que vale la pena recordar, que no fue en un cuarto de guerra con un grupo de estrategas de comunicación política —de esos que ganan mucho y cobran en dólares— ni de una planeación estratégica, sino de casualidades, improvisaciones y de la decisión de AMLO, en aquel momento, de estar cerca de los medios de comunicación.
Pero, ¿dónde nació La Mañanera? Lo narra el gran reportero Ernesto Osorio, uno de los periodistas que cubrió a López Obrador como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Quien vivió el frío de aquel diciembre del 2000, bajo los portales del viejo Palacio del Ayuntamiento y que estaba ahí, junto con un puñado de periodistas, cada mañana.
Al asumir la Jefatura de Gobierno el 5 de diciembre del 2000, López Obrador anunció frente al presidente Vicente Fox en el pleno de Donceles de la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal, que llegaría todos los días a sus oficinas antes de las 6 de la mañana para atender el tema de inseguridad con su gabinete.
Los principales medios de comunicación decidieron poner una guardia de reporteros a las afueras del Palacio del Ayuntamiento para ver si era cierto que el Jefe de Gobierno llegaba puntual. Cada vez que veían llegar el Tsuru blanco daban por hecha la misión, saludaban al mandatario local y este respondía pero sin dialogo informativo.
Con el correr de los días, esa dinámica se hizo una costumbre y al escuchar por la radio que el Jefe de Gobierno llegaba tan temprano los ciudadanos con algún problema decidieron que era la hora perfecta para poder abordar al mandatario y pedirle alguna ayuda. AMLO no hablaba con los reporteros pero sí con los ciudadanos. Hacía frío y aún así prensa y pueblo lo esperaban.
López Obrador autorizó que los reporteros entrarán al vestíbulo de la oficina de la Jefatura de Gobierno para que pudieran entrevistar ahí a sus funcionarios. Pasaron los meses y se hizo un hábito que el tabasqueño viera con agrado a los periodistas y poco a poco accedía a conversar con ellos, siempre antes de las 6 de la mañana.
Un día el entonces delegado en Miguel Hidalgo, el panista Arne Aus den Ruthen, convocó a un cacerolazo por la reducción del presupuesto a su demarcación a las afueras de la sede del gobierno capitalino. Por el gran cúmulo de gente fue imposible que el Jefe de Gobierno ingresara al Palacio por la puerta donde siempre le esperaban los reporteros y lo hizo por una lateral.
Para abril del año 2001, la comunicación entre los reporteros que cubrían las actividades del Jefe de Gobierno y el mandatario local se hizo más estrecha, tanto que se llegó a marcar la agenda política nacional pues López Obrador siempre respondía preguntas sobre la gestión de Fox, quien era el Presidente de la República.
En un mundo con un internet y sitios web incipiente, AMLO estaba consiente de lo que habían provocado sus declaraciones en la escena nacional, pues los noticiarios de radio y televisión matutinos, le daban un gran peso a sus primeras declaraciones del día en lugar de retomar las portadas de los periódicos o dar juego a las notas de un día antes.
Entonces fue que AMLO instruyó a su Jefe de Prensa, Cesar Yáñez, habilitar un espacio dentro del edificio de gobierno para instalar una sala de conferencias y todos los días responder cómodamente a los reporteros sus preguntas. Fue así que el 31 de mayo de 2001 se inauguró la Sala de Prensa Francisco Zarco en la planta baja del Antiguo Palacio del Ayuntamiento.
Desde ese sitio, todas las mañanas, López Obrador inició el ritual de sus mañaneras, llegando a presidir mil 377 desde esa fecha hasta el 28 de julio del 2005, cuando dejó el cargo para enfrentar el proceso de desafuero en su contra.
Así, con su arribó a la Presidencia de la República, AMLO decidió retomar aquellas conferencias, ahora si como estrategia y modelo de comunicación política —aderezada con personajes que evitaron estuviera a merced de periodistas profesionales que cuestionaran a fondo sus acciones y decisiones— para el ejercicio de su gestión.
AMLO se va el 1 de octubre, dentro de seis días. El modelo de comunicación de Las Mañaneras continuará con un formato más profesional y una participación mínima de la Presidenta Claudia Sheinbaum. Esta es la historia del nacimiento de un modelo de comunicación que retomaron todos los mandatarios de la 4T y que incluso la oposición intentó contrarrestar haciendo su propia conferencia mañanea, pero fracasó.
RADAR
Y LA LUCHA POR JALISCO SIGUE.
Nos comentan que la ex candidata de Morena al Gobierno de Jalisco, Claudia Delgadillo, se quedó sin argumentos y sin foro y ahora se sumó a una campaña para invisibilizar y menospreciar el triunfo de la alcaldesa electa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, el cual fue ratificado por la sala regional de Guadalajara del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Así, nos hacen ver que en lugar de predicar con los supuestos principios de Morena en contra de la discriminación y la violencia de género, la derrotada morenista dijo que la decisión del TEPJF es un respaldo a Enrique Alfaro.
Claudia Delgadillo compartió un video en el que el candidato perdedor de Guadalajara, Chema Martínez, no menciona una sola vez a la candidata. Eso, nos dicen desde tierras jaliscienses, se llama invisibilizar a una mujer, abanderada por Movimiento Ciudadano y no reconocerle capacidad de lograr sus triunfos por sus propios méritos.