El 1 de diciembre de 2018 Nicolás Maduro bajó de un automóvil de lujo frente a Palacio Nacional, de inmediato sus guardaespaldas se desplegaron mezclándose con el personal del extinto Estado Mayor Presidencial. Había gritos a la distancia y el presidente de Venezuela giró hacia cientos personas que lo vitoreaban para saludarlas, tenía la sonrisa de un rockstar.
Ese día, el de la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador, el dictador ingresaba a la sede del Poder Ejecutivo de México —para asistir a una comida de Estado— por la puerta del Patio de Honor mientras a unos metros ciudadanos venezolanos exiliados por la pobreza o por la dureza del régimen a las voces críticas lo veían con rabia.
Gritaron con furia a Maduro. Con lágrimas lo acusaban de ser traidor al pueblo venezolano, de asesino y corrupto; le exigían respetar al pueblo de México y retirarse. Entonces Maduro ya sonreía nervioso. No esperaba que esos gritos de desesperación, que se ahogaron en la masa que festejaba el inicio del mandato del presidente López Obrador, lo persiguieran tan lejos.
Seis años después, casi 8 millones de venezolanos han abandonado Venezuela, ya sea por la presión política del régimen o la pobreza que alcanza a 9 de cada 10 de sus ciudadanos (según organismos pro derechos humanos de esa nación) y miles de personas hoy están en las calles exigiéndole respetar la elección presidencial del 28 de julio, en la que perdió.
El respaldo popular que tuvo alguna vez el régimen venezolano con Hugo Chávez a la cabeza, se ha esfumado. Con miles de personas en las calles luchando contra el régimen chavista, con una salvaje represión documentada por la oposición venezolana y con el rechazo de la comunidad internacional.
Pero en México, me confirmaban anoche funcionarios federales, se mantiene una base sólida prochavista ligada a sectores de la izquierda que dará su respaldo y combatirá, incluso en espacios legislativos, a los disidentes que desde aquí apoyarán el movimiento que encabezan Edmundo González Urrutia y María Corina Machado.
Estos activistas, que han operado en México al menos desde 2003 y que en el pasado han recibido incluso legisladores del entonces PRD y del Partido del Trabajo, fueron promotores de los proyectos expansionistas del chavismo a través de programas ideológicos disfrazados de apoyos sociales como Barrio adentro y Operación Milagro.
Son grupos que durante años fomentaron el pensamiento bolivariano de Chávez, al que se apegó Maduro, desde espacios académicos universidad públicas de la ciudad y de provincia.
Pero, ante el silencio de México para no reconocer el triunfo electoral de la oposición ni la victoria que dice tener Maduro, cada vez es más visible que el régimen chavista pierde el respaldo de los ciudadanos y el apoyo de la base social que construyó a través de programas sociales que se volvieron clientelares gracias a boom petrolero de inicios de siglo.
Hoy Maduro comienza a quedarse solo —por eso su beligerancia y traspiés como romper con la “imperialista” app de WhatsApp— pero con el poder de las fuerzas armadas y policiales a su disposición. En México aún tiene afines que habrá que ver si lo acompañan en su aventura de mantener su régimen a sangre y fuego.
RADAR
SE ENDURECEN POR CURULES Como adelantamos en este espacio el pasado martes, Morena se ha endurecido para mantener su proyección de 373 legisladores en la próxima integración de la Cámara de Diputados. Lo que llevaría a tener un control, con un escenario similar en el Senado, de 74% del pleno.
Para los operadores de Morena, tanto desde la secretaría de Gobernación como en ambas cámaras legislativas, será prioridad mantener el discurso de que ningún partido tiene una sobrerrepresentación superior a 8% con lo que garantizaría el llamado Plan C y consolidar, de entrada, la reforma judicial de AMLO. La oposición responderá incluso por la vía judicial.
VERDAD Y JUSTICIA PARA AYOTZI De cara al décimo aniversario de los hechos violentos del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, cuando desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, hubo a menos 8 muertos y cientos de víctimas más, la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado se reunió con madres, padres y familiares de los normalistas desaparecidos.
Desde tierras guerrerenses nos hacen notar que la gobernadora reiteró todo el apoyo, personal y de su gobierno, para apoyar las investigaciones del caso, como lo ha hecho desde el inicio de su mandato. “Hoy, más que nunca, ratificamos nuestro deber en la búsqueda de la verdad. Como madre y como gobernadora seguiré trabajando sin descanso hasta obtener respuestas y hacer que la justicia prevalezca”, dijo.