Gabriel Morales Sod

Bennett, en Moscú

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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¡Cómo da vueltas la vida en la política! Hace tan sólo dos años, en la segunda ronda electoral, que terminaría siendo una de las cuatro en menos de dos años, el ahora primer ministro de Israel, Naftali Bennett, decidió junto con la ministra Ayelet Shaked crear un nuevo partido: La Nueva Derecha; a pesar de que el público recibió con entusiasmo al nuevo partido como una alternativa a Netanyahu, la campaña terminó en un fracaso rotundo.

El partido no logró conseguir los votos suficientes para entrar al parlamento y Bennett y Shaked, dos de las luminarias de la política israelí, empezaron a buscar un nuevo trabajo. Sin embargo, Bennett consiguió regresar a la política en la siguiente elección y convertirse, por accidente, en el primer ministro de Israel. En la última elección, su partido, con sólo seis asientos de 120, tomó la decisión de dejar al bloque de derechas y coronar a Bennett al mando del país.

Tan sólo ocho meses después, la semana pasada, Bennett sorprendió al mundo cuando en un vuelo secreto llegó a Moscú para tratar de mediar entre el Kremlin, Ucrania y Occidente. Antes de que iniciara la invasión rusa a Ucrania, Bennett, en una visita a Putin, se ofreció como mediador entre las partes e incluso sugirió a Israel como lugar de una cumbre potencial. La prensa israelí, y en particular los seguidores de Netanyahu, lo ridiculizó. No obstante, las circunstancias terminarían poniendo a Bennett en el centro de la arena internacional.

Putin se encuentra en estos momentos más aislado que nunca. Los líderes occidentales, incluyendo al premier alemán y a Macron –quien intentara sin éxito detener el avance ruso antes de la guerra–, cortaron todo contacto con el Kremlin; y China, la única potencia que mantiene comunicaciones con Putin, no cuenta con la confianza del gobierno ucraniano para mediar entre las partes. En Israel hay más de un millón de migrantes rusos y ucranianos, y Jerusalén mantiene relaciones estrechas con ambos países desde hace ya varios años.

Bennett, el último líder occidental en contacto con Putin, al igual que en la última elección en Israel, terminó por accidente siendo tal vez la última opción para llegar a una solución. Después de que el presidente Zelenski le pidiera a Bennett mediar frente a Putin, el primer ministro se entregó por completo a la tarea. Según información de Barak Ravid en Axios, Bennett no ha presentado a ninguna de las partes planes concretos, sino que se ha convertido en el mensajero de ambos. En su reunión con Putin en el Kremlin, Bennett le presentó a los rusos las diferentes propuestas de Occidente para entender si el presidente ruso está abierto a alguna de éstas, e inmediatamente viajó desde Moscú a Berlín para comunicarle a los europeos la posición de Putin y revelar, también a Estados Unidos, la propuesta que Putin le hizo a Zelenski.

Después de que la invasión, que Putin pensaba sería rápida y contundente, se enfrentó con una sorpresiva reacción del ejército ucraniano y con sanciones de una fuerza inesperada, Putin necesita desesperadamente de una victoria contundente; la solución diplomática parece improbable. No obstante, en palabras del propio Bennett, el primer ministro de Israel seguirá intentando mediar entre las partes, sin importar cuán pequeña sea la probabilidad de llegar a un acuerdo.