¿Habrá guerra entre Israel y Líbano?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

Detrás de los reflectores de la guerra en Gaza, Israel y Hezbolá han estado en combate por más de ocho meses. A pesar de que se trata de un enfrentamiento de mediana intensidad, los resultados han sido devastadores en ambos lados de la frontera.

Cientos de miles de civiles desplazados, poblados enteros devastados e incendios que se esparcen destruyendo las bellísimas áreas montañosas del Golán y la Galilea. Esta guerra amenaza, ahora más que nunca, en convertirse en un enfrentamiento total. Según dijo Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, hace dos días, la organización no descarta una invasión terrestre contra Israel y un ataque contra Chipre, si éste ayuda a Israel. Una escalada de este tipo podría significar un intercambio de miles de misiles, drones y ataques aéreos que podrían alcanzar la ciudad de Haifa e incluso Beirut y Tel Aviv.

El incremento de las tensiones estos días se debe al asesinato de un general de alto mando de Hezbolá la semana pasada. En respuesta Hezbolá lanzó más de 200 misiles en un solo día. Para ponerlo en perspectiva, en total ha lanzado más de 4,500 misiles y drones contra el norte de Israel desde que inició la guerra, poco después del 7 de octubre, y queda claro que mientras no haya un cese al fuego en Gaza la organización no se detendrá. Sin embargo, los intereses de Hezbolá distan de los de Hamas. Hezbolá no lucha por la liberación del pueblo palestino, sino fielmente cumple con los intereses de su patrón Irán.

Irán y Hezbolá buscan, por medio de una guerra de atrición en varios frentes (Gaza, Líbano, milicias en Irak y los hutíes en Yemen), debilitar a Israel para, en sus palabras, asegurar su destrucción. Líbano, sin embargo, un país en una profunda crisis económica, lidiando con miles de refugiados sirios y con un sistema político sectario corrupto e ineficaz, está al borde del quiebre. Los libaneses saben que si Israel y Hezbolá, organización política y militar de los musulmanes chiitas en este país, comienzan una guerra total, las explosiones no se detendrán en el sur chiita del país, sino que llegarán hasta la capital.

La guerra de baja intensidad sirve los intereses de Hezbolá, pero la guerra total podría destruirlos. Para Israel la guerra de baja intensidad es insoportable. Decenas de miles de desplazados exigen al gobierno una solución para regresar a sus casas, y el ejército, luchando en varios frentes, agota sus fuerzas. No obstante, es difícil pensar que Israel inicie una campaña militar contra Hezbolá sin el apoyo de Occidente y con un ejército cansado. La salida diplomática parece ser la única solución; sin embargo, es poco viable. La última vez que Líbano e Israel se enfrentaron, en 2006, en una decisión avalada por el Consejo de Seguridad de la ONU, Hezbolá se comprometió a mantenerse a más de 28 kilómetros de la frontera con Israel. Obviamente, la organización violó flagrantemente el tratado. ¿Cómo se les puede pedir a los pobladores del norte de Israel, en particular después de haber visto las masacres de Hamas en el sur, creer en la palabra de Hezbolá y que regresen a sus casas?