El ataque de Hamas el 7 de octubre tomó por sorpresa no sólo a Israel, sino también a Hezbolá, grupo paramilitar y partido político mayoritario en Líbano. Aunque es probable que Irán y Hezbolá supieran que un ataque de Hamas era posible, los reportes de Inteligencia occidental apuntan a que ninguno conocía sus planes específicos.
La respuesta de Hezbolá fue inmediata, y en unas horas inició un enfrentamiento bélico contra Israel que ha durado ya cinco meses. Decenas de cohetes y misiles antitanque desde los dos países cruzan la frontera todos los días, destruyendo buena parte del sur de Líbano y del norte de Israel. Cientos de miles de civiles, de ambos lados, se han convertido en refugiados en su propio país.
Hezbolá se formó como una organización paramilitar en 1982, pocos años después de la revolución en Irán y del inicio del régimen del Ayatola, en el contexto de la sangrienta guerra civil en Líbano. Su objetivo era resistir la entonces ocupación de Israel en el sur libanés. Para esta organización, cuyo motivo de ser es la lucha contra Israel, no había alternativa sino iniciar un ataque en solidaridad con la masacre que perpetró Hamas. Sin embargo, a pesar de que el pueblo libanés también se solidarizó con el pueblo palestino, lo cierto es que la guerra es poco popular en Líbano, un país en crisis.
A pesar de que Israel, en el año 2000, se retiró de Líbano y se firmó entre las partes un acuerdo diplomático, que debió culminar con la desmilitarización de Hezbolá, esta organización no ha hecho más que aumentar su fuerza. Desde su creación, y con especial énfasis en la última década, se convirtió en íntimo aliado del régimen chiita en Irán, quien le proporciona dinero, armamento e incluso personal militar a cambio de convertirse en su brazo armado —participando activamente en la guerra civil siria y en los enfrentamientos armados en Irak—. A pesar de que Israel salió de Líbano hace ya varios años, y que con la excepción de unas insignificantes granjas Hezbolá no tiene ningún tipo de demanda territorial, la organización continúa la “misión” de eliminar el Estado de Israel.
Hamas esperaba que Hezbolá, viendo la envergadura de su ataque, lanzaría una campaña de gran intensidad; sin embargo, el apoyo inmediato del presidente Biden parece haberlos disuadido. En cambio ha concentrado sus ataques en un área de cero a cinco kilómetros de la frontera. Todo parece indicar que están poco interesados en una guerra total contra Israel, pues una escalada mayor tendría un costo inmenso para sus fuerzas y su población; además, Líbano está hundido en una profunda crisis económica, que es una situación nada ideal para lanzarse a una guerra incierta, sobre todo después de haber creado una “zona colchón” dentro de Israel.
Sin embargo, el ataque de Hamas cambió por completo la perspectiva de los israelíes, sobre todo en la frontera, y pocos creen que Hezbolá es en verdad un actor racional y que, por lo tanto, no invadirá el país. Si algo aprendimos con Hamas es que a veces no es necesario hacer cálculos sobre la racionalidad de estas organizaciones, sino simplemente creerles cuando dicen en público que su objetivo es “destruir a Israel”.