Gabriel Morales Sod

Israel y Líbano consiguen un acuerdo histórico

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Esta semana, después de más de diez años de negociaciones, Israel y Líbano llegaron a un acuerdo histórico que define la frontera marítima entre estos dos países en el Mediterráneo —área donde en los últimos años se descubrieron dos gigantescos yacimientos de gas natural con enorme potencial económico—. El acuerdo entre ambos países promete no sólo enormes beneficios monetarios para ambos países en el mediano plazo, sino que reduce, significativamente, la posibilidad de un conflicto armado.

Israel y Líbano se encuentran oficialmente en guerra desde el enfrentamiento entre Hezbolá —un grupo paramilitar y partido político, aliado de Irán, que controla el sur de Líbano— e Israel en 2006. Es por esto que ambos países firmarán, por separado, dos acuerdos frente a Estados Unidos, que servirá como albacea. En los últimos años, la batalla por el control de los yacimientos de gas natural se convirtió en uno de los principales focos de rivalidad entre Hezbolá e Israel. En los próximos meses, Israel iniciará la explotación de uno de los dos yacimientos y, en respuesta, Hezbolá amenazó con iniciar lo que sería el cuarto conflicto armado entre ambos países.

Éste es un raro caso de lo que se denomina en inglés como win-win. El acuerdo permitirá la explotación de gas natural a ambos países sin miedo a represalias militares y al mismo tiempo garantizará la estabilidad en el área, acabando con lo que parecía ser el mejor pretexto de Hezbolá para iniciar un ataque contra Israel. Además, el acuerdo hace oficial la frontera marítima de facto entre ambos países. A cambio de permitir la explotación del yacimiento al norte de la nueva frontera, Israel consiguió un acuerdo de paz que hasta hace pocos meses parecía inverosímil. Para Europa, además, el acuerdo promete en el mediano plazo una nueva fuente de energía, precisamente cuando el continente se encuentra en una batalla de tiempo para sustituir la energía rusa.

El presidente Biden, el primer ministro israelí, Yair Lapid, y el presidente libanés, Michael Aoun, celebraron el acuerdo, denominándolo como “histórico”. Sin embargo, para concretarlo es aún necesaria la aprobación del gobierno israelí, proceso que ante los enormes beneficios económicos y de seguridad, y el apoyo unánime del aparato de seguridad israelí, debería ser un asunto procedimental. Sin embargo, de manera inverosímil, el líder de la oposición, Benjamin Netanyahu, desesperado por ganar en las elecciones del próximo noviembre, se ha lanzado en contra del acuerdo. Con una sarta de mentiras, y sin siquiera haber visto el acuerdo, que, por cierto, es casi idéntico al que él mismo propuso durante su tiempo en el poder, Netanyahu ha tratado de acusar a Lapid de haberse rendido ante Hezbolá. Ahora que el acuerdo es público, y el beneficio para la economía y la seguridad israelí son claros para el público, Netanyahu ha quedado en ridículo. Sin embargo, el gobierno actual tiene solamente veinte días para conseguir la firma del acuerdo antes de que se celebren las próximas elecciones, que las encuestas auguran serán prácticamente un volado.