Un mes sin Netanyahu

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod&nbsp;<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Después de doce años consecutivos de Benjamin Netanyahu en el poder, la mayoría de los israelíes, incluso sus detractores, difícilmente podía imaginar un escenario sin él al frente del gobierno. Sin embargo, aquí estamos, un mes después de que Naftali Bennett sustituyera a Bibi como primer ministro y, ¡oh sorpresa!, el escenario apocalíptico que pintara Netanyahu y sus ministros no llegó. El país sigue en pie. Y aún más: se respira un aire de cambio.

En el mes que ha transcurrido desde la transición, la diferencia más tajante es que la política israelí, que Netanyahu transformara en una batalla mediática, llena de acusaciones, mentiras e incitaciones en contra de todo quien se le opusiera, se ha vuelto más silenciosa. Netanyahu y sus secuaces, siguen tratando de humillar a sus rivales, creando fake news y atacando al nuevo primer ministro; sin embargo, ahora sin poder, ni presupuestos ni títulos ministeriales, sus voces han perdido fuerza y se han convertido más bien en patadas de ahogado. Un estudio de la agencia de relaciones públicas Yfat, publicado esta semana, muestra que el nuevo primer ministro, Bennett, tuvo el doble de menciones en la prensa que Netanyahu, quien está a punto de pasar a un tercer lugar. El público israelí, ya de por sí cansado de Bibi, ha perdido el interés en lo que el líder de la actual oposición tenga que decir.

El silencio relativo en la política ha permitido a los nuevos ministros algo que era casi imposible durante el gobierno anterior, trabajar para los ciudadanos de manera profesional. En tan sólo un mes, por ejemplo, se han llenado cientos de puestos profesionales que permanecieron vacíos por meses o años, agilizando burocracias que estaban al punto de la quiebra.

Quizás el cambio más importante se ha dado en la esfera internacional. Uno de los grandes mitos que Bibi logró construir a su alrededor es que sólo él, con su inglés prístino y sus relaciones, podría hacer avanzar los intereses israelíes. Lo que el último mes nos ha revelado es que no sólo Netanyahu era sustituible, sino que el mundo, cansado de su estilo autoritario y poco cooperativo, recibió con brazos abiertos al nuevo gobierno. En tan sólo un mes Bennett se reunió con el rey de Jordania (cosa que no había hecho un primer ministro israelí en años); el presidente turco, Recep Erdogan, reanudó contacto con Israel a través del presidente Herzog; el ministro de relaciones exteriores, Yair Lapid, realizó la primera visita de un ministro a israelí a Emiratos Árabes Unidos, se reunió con su contraparte egipcio y comenzó el proceso de establecimiento de relaciones diplomáticas con Marruecos; además viajó a Europa a dar un discurso ante los ministros de Relaciones Exteriores de los 27 países (cosa que no había sucedido desde 2008), relanzando así las relaciones con el viejo continente. Por último, a diferencia de Netanyahu, quien se negó a aceptar el acuerdo nuclear con Irán, cualquiera que éste fuese, Bennett ha entrado de lleno a las negociaciones, cooperando profundamente con Estados Unidos.

Es muy pronto para pronosticar si este nuevo gobierno, una extraña coalición de izquierdas y derechas, podrá resistir las tensiones intrínsecas que estas diferencias causan. Sin embargo, aunque sea sólo por un mes, la coalición ha demostrado que ningún líder es indispensable y que es posible gobernar de manera distinta. Los ciudadanos, mientras tanto, han seguido con su vida, ahora con menos ruidos de fondo.

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