Gabriel Morales Sod

¿Los nazis están de vuelta?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El ascenso del partido de ultraderecha AfD de Alemania al segundo lugar de las preferencias electorales en su país, según las últimas encuestas, así como el triunfo de este partido en la comarca de Sonneberg hace un mes —su primera victoria electoral—, resultan alarmantes.

A pesar de que una buena parte de su electorado y de su liderazgo no se identifica con los valores del nacionalsocialismo, lo cierto es que los grupos neonazis que florecieron sobre todo en el este de Alemania, después de la reunificación, tienen vínculos directos con el partido y forman buena parte de su base dura. El caso de AfD no es único en Europa. En Italia y en España, dos países con pasado fascista, grupos de ultraderecha asociados a la Falange y a familias y grupos políticos que apoyaron hace décadas a Mussolini, en Italia, han crecido exponencialmente en los últimos años.

Los casos de España e Italia difieren del caso alemán. En Alemania, después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó un fuerte proceso de desnazificación, apresando a todos los líderes del partido nazi y excluyéndolos definitivamente del sistema político; creando un sistema legal que prohíbe, estrictamente, cualquier muestra de apoyo público al nazismo y reformando el sistema de educación para combatir el antisemitismo y promover valores universales. En Italia, y en menor medida en España, donde el fascismo se transformó en el autoritarismo franquista, quienes apoyaron a Mussolini y a Franco, a diferencia de Alemania, se incorporaron a la política de la posguerra. Esto explica el ascenso de la ultraderecha en Italia en los últimos años y de Vox en España. Giorgia Meloni, actual primera ministra de Italia, creció desde abajo como parte de una célula política de un partido de corte fascista. En una entrevista que dio en su juventud, que aún la persigue, Meloni declaró su nostalgia por los tiempos de Mussolini. Es difícil saber a ciencia cierta si Meloni rechazó estos comentarios de cara a la elección que le dio el poder por interés electoral o por un cambio de convicciones. Sin embargo, a pesar de que en su tiempo en el poder ha moderado sus posiciones, lo cierto es que en las filas del Gobierno italiano están hoy algunos herederos de las corrientes políticas que continuaron la tradición de Mussolini después de la guerra.

El hecho de que incluso en Alemania, un país que se dedicó a tratar de eliminar los restos del nazismo, la nostalgia hacia este movimiento ha regresado en algunos sectores es particularmente alarmante. Sólo hace unas semanas, dos maestros en una escuela pública en la ciudad de Burg reportaron, antes de que los removieran de sus puestos, que grupos de alumnos utilizan símbolos nazis y el país entero vio a estos jóvenes estudiantes en una foto alzando sus manos en saludo a Hitler.

En unos años no quedarán sobrevivientes del Holocausto y para muchos jóvenes los crímenes cometidos por Alemania no serán más que una nota histórica sin mucho significado. Mucho se habla sobre cómo combatir políticamente el ascenso de la ultraderecha en Europa. Y han sido, no debemos olvidar, la memoria histórica y la enseñanza de las atrocidades que cometieron los nazis en la Segunda Guerra Mundial las armas más importantes para detener a estos grupos y alejarlos del poder en los últimos setenta años.