Gabriel Morales Sod

Netanyahu, debilitado, llega a la ONU

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Después de una larga espera, ocho meses después de que regresara al poder, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se reunió finalmente con el presidente Biden en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Acostumbrado a grandes recibimientos, a codearse con los líderes más poderosos del mundo como un igual, tuvo que conformarse con un encuentro corto en el hotel de Biden, en vez de un encuentro en la Casa Blanca.

En el hotel se escuchaban claramente los gritos de miles de manifestantes que salieron a las calles de Nueva York para protestar en contra de la reforma judicial de su gobierno, cuya aprobación implicaría el fin de Israel como una democracia occidental.

En tan sólo ocho meses, Bibi, el estadista, cuyo mayor orgullo fue siempre haberse consagrado como un líder internacional, se ha convertido en un líder débil y en un dolor de cabeza para Washington y los mandatarios del mundo democrático. Desde su llegada a Estados Unidos, cientos de manifestantes lo han recibido en cada una de sus paradas. En California éstos proyectaron una imagen del primer ministro detrás de las rejas en la isla de Alcatraz. En Nueva York, en el mismísimo edificio de las Naciones Unidas, los manifestantes proyectaron el texto: “No le crean a Netanyahu, la democracia israelí está en peligro”.

Mucho se había especulado sobre su posible reunión con Biden. El equipo del primer ministro trabajó incansablemente por meses tratando de conseguir una reunión en la Casa Blanca, un sello de aprobación que podría ayudarle a recuperarse de la pérdida estrepitosa de apoyo popular que ha sufrido desde que inició sus reformas. El presidente Biden, sin embargo, quien conoce a Netanyahu desde hace varias décadas y su equipo, y preocupado por la reacción del Partido Demócrata y de la comunidad judía estadounidense, y sin lugar a dudas alarmado por el destino de la democracia israelí, tomó la decisión correcta y decidió no darle un regalo a un líder que les ha mentido e intentado manipular una y otra vez en los últimos meses.

La reunión era importante para Biden, pues Washington se encuentra en un arduo proceso de negociaciones para concretar un pacto de seguridad con Arabia Saudita que incluiría la normalización de las relaciones de este país con Israel. A pesar de que éste fue el tema central de la reunión, el presidente estadounidense dejó en claro su opinión sobre la reforma judicial de Bibi. No solamente expresó su preocupación por “mantener los sistemas de contrapesos de la democracia israelí”, sino que enfatizó que el posible acuerdo con Arabia Saudita sólo podrá ocurrir si éste incluye garantías y avances significativos hacia la solución de dos estados entre Israel y Palestina. Netanyahu, en su intento por mantenerse en el poder y modificar el sistema judicial para salvarse de sus juicios por corrupción, ha sacrificado su estatura internacional. Ni siquiera las fotos que publicó su oficina, en las que aparece sonriendo, en contraste a Biden, pueden ocultar su decadencia.