Gabriel Morales Sod

Los olvidados de Afganistán

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Gabriel Morales Sod 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Mucho se ha escrito ya desde la caída de Kabul de las fallas del ejército y la administración estadounidense, del juego geopolítico entre China y Estados Unidos por el control de la región y del nuevo liderazgo del Talibán y su insólito regreso al poder.

Sin embargo, como suele suceder desde la invasión estadounidense de 2001, los siempre olvidados son los civiles afganos, más de treinta millones de habitantes, entre los más pobres del mundo, que llevan soportando una guerra civil de más de 20 años. Un conflicto que ha dejado más de 40 mil civiles y 60 mil soldados afganos muertos.

Aunque la prensa internacional se ha enfocado en las terribles consecuencias que tendrá el regreso del Talibán al poder para las mujeres, minorías étnicas y millones de afganos moderados, la realidad es más compleja. Si el Talibán fue capaz no sólo de sobrevivir todos estos años, sino de organizar ofensivas y ataques terroristas desde su regreso a las armas en 2006, y ahora de tomar el país, es porque una parte significativa de la población afgana los apoya. Aunque es difícil saber el verdadero nivel de aprobación del Talibán fuera de las regiones que dominaron desde 2006, lo cierto es que, a lo largo de los últimos veinte años, fue ganando legitimidad.

La invasión estadounidense trajo muertes y violencia al pueblo afgano, pero también la esperanza de un futuro económico y social mejor. Aunque en el ámbito social las cosas cambiaron desde la caída del Talibán y el país permaneció en la miseria. Será ahora el trabajo de los historiadores responder cómo es posible que una inversión de más de un trillón de dólares, miles de programas y obras y 20 años de ocupación militar, el país nunca logró despegar. Parte de la respuesta es la falta de un plan concreto y una visión a largo plazo del Gobierno de Estados Unidos, que pensó que solucionaría todo “conquistando sus corazones”. Parte es también la diferencia que existe entre la visión occidental de una sociedad funcional y la de miles de afganos; y, desde luego la violencia, esa que desde 2006 no dejó de azotar al país, atentado tras atentado.

La toma del poder del Talibán fue prácticamente pacífica, incluso los líderes regionales más fuertes y el ejército llegaron a acuerdos rápidamente con el Talibán, evitando un enfrentamiento directo. No es que el Talibán fuera superior en armas al ejército afgano, sino que la corrupción e ineficiencia del gobierno acabaron con su legitimidad. Aunque una buena parte de la población ve con terror justo el arribo del Talibán, hay aquellos para quienes después de 20 años de una sangrienta y fallida ocupación les parece ser una mejor opción.