¿Cómo se transformó el lugar más sagrado del mundo en una bomba de tiempo?

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. larazondemexico

El Monte del Templo en la ciudad vieja de Jerusalén es quizás el lugar más explosivo del planeta. Cualquier movimiento al statu quo puede ocasionar, en cuestión de minutos, un conflicto entre pueblos, religiones y países. Esto es precisamente lo que ocurrió la semana pasada, después de que la policía israelí intentara sacar de la mezquita de Al-Aqsa a cientos de manifestantes palestinos que buscaron atrincherarse dentro del recinto sagrado con piedras y granadas.

En reacción a la intervención violenta de la policía, Hamas disparó misiles a Israel desde Líbano (algo que no había ocurrido desde la guerra entre Israel y Hezbolá en 2006), y un terrorista palestino asesinó a un turista italiano en Tel Aviv, además de herir a otras dos personas en la costera de la ciudad.

El Templo del Monte alberga algunos de los lugares más sagrados para el islam, el judaísmo y la religión cristiana. Según el islam, el profeta Mahoma ascendió hacia el cielo desde la mezquita de Al-Aqsa, precisamente donde ocurrieron los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes; y según la creencia judía, en este sitio el rey Salomón construyó allí el primer templo, hace más de 3,000 años. Desde que Israel conquistara Jerusalén en la guerra de 1967, la monarquía jordana, en acuerdo con Israel, controla este sitio sagrado.

El sitio se mantuvo en relativa paz hasta el año 2000, cuando el entonces líder de la oposición en Israel, Ariel Sharon, decidió usar el Monte del Templo como arma política, visitando el recinto (algo que ningún primer ministro israelí había hecho), declarando que el Monte permanecería en manos de Israel y desencadenando así la Segunda Intifada. Desde ese entonces, el Templo se convirtió en el centro de tensiones entre israelíes, palestinos y el mundo musulmán en general.

En el 2021, choques entre la policía israelí y jóvenes palestinos en el Templo resultaron en un enfrentamiento de 11 días entre Hamas e Israel y en los conflictos más violentos entre judíos y árabes dentro de Israel desde la Segunda Intifada. Este año la celebración de la Pascua judía y el Ramadán coincidieron y para todos era claro que cualquier provocación podría desencadenar de nuevo en un conflicto armado. De la mano del ministro de Seguridad Interior de extrema derecha y fanático religioso, Itamar Ben Gvir, la policía israelí tomó la decisión de remover con violencia extrema a los manifestantes —un video mostrando la represión policial en cuestión de segundos recorrió el mundo entero, provocando el enojo de la comunidad internacional y del mundo árabe—. En cuestión de horas se oyeron las alarmas en el sur y el norte de Israel. El ciclo de violencia había comenzado.

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Javier Solórzano Zinser