Trump continúa ejerciendo poder detrás de bambalinas

VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Gabriel Morales Sod
Gabriel Morales Sod Foto: larazondemexico

Pocas veces un presidente saliente ha ejercido tanto poder en Washington como Donald Trump. Desde su campo de golf en Florida, el exmandatario, a pesar de estar aislado de sus seguidores después de que suspendieran todas sus cuentas en redes sociales, sigue ejerciendo su poder, definiendo candidaturas para decenas de puestos y planeando su venganza en contra de aquellos que osaron oponérsele.

Hace algunos meses fue el turno de los contendientes republicanos a la candidatura por la senaduría en el estado de Ohio. En lo que el New York Times relató como un episodio digno del Juego de Tronos, Trump llamó a los aspirantes a un cuarto cerrado, en donde cada uno de ellos trató de demostrarle al expresidente su lealtad y admiración, con la intención de conseguir su apoyo en las elecciones primarias. Esta semana, en una dinámica también digna del Juego de Tronos, el liderazgo del Partido Republicano en la Cámara de Representantes inició el proceso de sustitución de Liz Cheney, la número tres del partido en la Cámara, quien fuera una de las pocas voces en la derecha que votó a favor de la impugnación del presidente después del intento de golpe de Estado en el Capitolio.

La influencia de Trump sobre el partido, la derecha estadounidense y el país en general, tiene pocos precedentes históricos, en particular porque, a diferencia de otros presidentes que dejaron el poder después de dos mandatos y con altos niveles de popularidad, Trump dejó la Casa Blanca después de una contundente derrota y con niveles de aprobación bajísimos, sobretodo después del ataque al Congreso. El expresidente detenta poder porque, a diferencia de otros líderes, logró construir un fuerte movimiento alrededor de un culto a su personalidad. La fidelidad de sus seguidores es tal que su apoyo podrá determinar los resultados de las campañas primarias a todos los puestos de elección popular en el partido republicano. Esto no quiere decir que no haya republicanos que lo repudien, sino que su grupo de seguidores es suficientemente fuerte como para derrotar, aunque sea por sólo unos puntos, a sus rivales más moderados.

Después del intento golpista, muchos creyeron que el Partido Republicano trataría de deslindarse lo más rápido posible de Trump para tratar de regresar al poder. Sin embargo, lo contrario ha sucedido y a pocos meses después del ataque, los trumpistas han iniciado una afrenta contra aquellos republicanos que se deslindaron del presidente. En el Partido Republicano no hay espacio para aquellos que no apoyen al expresidente, ni siquiera políticos ultraconservadores como Liz Cheney, quien pasó de ser aspirante a la presidencia a un paria político. Esto parece a verse convertido en un laberinto sin salida para los republicanos; por un lado, es casi imposible ganar elecciones primarias e internas sin el apoyo de Trump, por el otro, esto complicará sus chances de ganar batallas en contra de los demócratas en distritos relativamente moderados.

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