Nacemos biológicamente preparados para hablar y escribir, pero nos toma muchos años dominar estas habilidades. Un niño comienza a hablar normalmente a los dos años y a los tres ya puede manejarse con cierta fluidez dentro del espacio lingüístico. Aprender a escribir toma más tiempo. Los niños comienzan a hacerlo como a los seis años, pero requieren de un largo entrenamiento para dominar esa tarea. Es difícil encontrar a un menor de doce años que escriba de manera indistinguible de un adulto, no tanto por el dominio de las reglas lingüísticas, sino por todo lo que se tiene que saber adicionalmente para producir un texto del nivel deseado.
En el caso de la filosofía, que es el que conozco mejor, un alumno de primer ingreso llega a la universidad sin saber cómo escribirla, por bien que sepa escribir otro tipo de textos. La carrera de filosofía, que en México dura cuatro años, puede verse como un entrenamiento para que cuando el alumno obtenga su título de licenciatura sepa escribir filosofía con un nivel de competencia adecuado al perfil de egreso. Por lo mismo, es difícil encontrar a alguien con menos de veintidós años que tenga esa capacidad. El nivel de escritura que se pide para obtener el título de licenciatura en filosofía no es, todavía, el que se exige para obtener el grado de doctor. La preparación para adquirir ese rango de competencia requiere, por lo menos, de tres años más, por lo que es difícil que alguien con menos de veinticinco años —la tercera parte de una vida promedio— sea capaz de escribir filosofía como un experto.
Cuando entendemos la manera tan boba en la que funciona el ChatGPT, quedamos desencantados por el hecho de que ese modelo sea capaz de redactar textos perfectamente aceptables. Es como si una máquina pudiera construir el Taj Mahal con un programa que decidiera, en cada momento, qué piedra poner sobre otra
Una de las noticias más comentadas de este año ha sido la de los sorprendentes resultados obtenidos con la última versión de un programa de redacción de textos llamado ChatGPT. Lo que hace este programa es completar una oración o un conjunto de oraciones para escribir un texto que no sólo es sintácticamente y semánticamente correcto, sino que, además, resulta informativo, de fácil lectura y sin rastro alguno de haber sido hecho por una máquina.
¿Cuál es la magia de ChatGPT? No hay tal magia, lo que hay es un avanzado modelo de lenguaje conocido como LLM (Large Language Model). Lo que hace ese modelo es elegir la palabra que, con mayor probabilidad, sigue a otra dentro de un texto, teniendo en cuenta el contexto y las relaciones entre las palabras. Para hacer esta elección, se entrena al sistema utilizando millones de textos provenientes de diversas fuentes y contextos, con el objetivo de imitar el uso ordinario del lenguaje humano. De esa manera, si escribimos “Que este diciembre tengas una feliz”, lo que hará el programa, seguramente, es elegir la palabra “navidad” para completar la frase. El programa no “piensa” el texto completo, sino que lo va construyendo palabra por palabra, apoyándose en lo que los seres humanos hemos expresado a lo largo de miles de años. Aunque he simplificado mucho el funcionamiento del ChatGPT, básicamente consiste en lo anterior.
Cuando entendemos la manera tan boba en la que funciona el ChatGPT, quedamos desencantados por el hecho de que ese modelo sea capaz de redactar textos perfectamente aceptables. Es como si una máquina pudiera construir el Taj Mahal con un programa que decidiera, en cada momento, qué piedra poner sobre otra, pero que no tuviera desde antes la intuición completa del palacio y, por lo mismo, carecería de la inspiración creativa del artista.
El científico Stephen Wolfram ha dicho que lo que muestra el ChatGPT es que la redacción de textos es una tarea mucho más sencilla de lo que nosotros creímos. Aunque a los seres humanos nos tome décadas poder redactar textos de cierto tipo; lo que se requiere para escribirlos, en términos de capacidad computacional, es relativamente sencillo de reproducir
El famoso científico Stephen Wolfram ha dicho que lo que muestra el ChatGPT es que la redacción de textos es una tarea mucho más sencilla de lo que nosotros creímos durante un largo trecho de nuestra historia. Aunque a los seres humanos nos tome décadas poder redactar textos de cierto tipo; lo que se requiere para escribirlos, en términos de capacidad computacional, es relativamente sencillo de reproducir. Redactar un texto, un ensayo o un libro quizá es algo más banal de lo que pensábamos hasta ahora. Las musas a las que nos encomendábamos los escritores han muerto a manos de los ingenieros en computación que nos han mostrado que no es tan difícil recrear el proceso que seguimos para escribir un artículo como éste.