El castillo de la pureza

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado larazondemexico

En 1964, Luis Spota publicó La carcajada del gato. La novela está inspirada en un hecho que sucedió en México: un hombre se casó con una muchacha inocente y la encerró en una casa, junto con los hijos de ambos, para librarlos de la maldad de los seres humanos.

En 1972, se estrenó la película El castillo de la pureza, dirigida por Arturo Ripstein inspirada en el mismo suceso. El padre (Claudio Brook) guarda bajo llave a su esposa (Rita Macedo) y a sus tres hijos (Arturo Beristáin, Diana Bracho y Gladys Bermejo). El hombre impone a su familia un estricto régimen de adoctrinamiento y ejercicios. Todos trabajan preparando veneno para ratas. De vez en cuando, el padre sale a la calle para vender el producto en las tlapalerías. La situación de la familia cada vez se hace más difícil porque los muchachos ya no soportan el encierro. La hija mayor lanza a la calle un mensaje de auxilio. Llega la policía por otro asunto y se llevan al padre cuando descubren lo que ha pasado. Entonces, la madre y sus hijos cruzan el portal de su casa sin saber cómo salir al mundo exterior.

Hay una escena de la brillante película de Ripstein que se me quedó grabada. El padre obliga a su familia a seguir una austera dieta vegetariana. Sin embargo, en una de sus salidas, el hombre se detiene en un puesto de carnitas y se come unos tacos. La primera vez que vi la película, la escena me pareció cómica. Con el paso del tiempo, me ha resultado trágica, por lo que dice acerca de la naturaleza humana.

El padre quiere construir un castillo de la pureza en su casa. Obliga, de manera tiránica, a su familia a vivir de acuerdo con las reglas que él les ha impuesto. No permite ninguna excepción. Si sucede algo que le parezca incorrecto, su castigo es terrible: insultos, golpes, torturas. Ese fallido castillo de la pureza es, en realidad, una prisión de penumbras, de perversión, de locura.

Pero todavía más negro que el castillo de la pureza que pretende fundar en su casa, es el supuesto castillo de la pureza del interior de su alma. ¿A quién engaña cuando come unos tacos de carnitas? ¿A su esposa y a sus hijos? ¿Acaso su estricta moralidad es sólo una fachada que le sirve para imponer de manera tiránica su voluntad a su familia? ¿O acaso se engaña a sí mismo? ¿Hay una parte de él que sí quiere vivir de acuerdo con sus principios, pero hay otra que lo empuja en una dirección contraria?

Todos hemos experimentado alguna vez la debilidad de la voluntad. ¿Cómo es posible la moralidad en estas circunstancias? ¿Estamos condenados a construir castillos de naipes? ¿O acaso sólo algunos elegidos tienen la fortaleza requerida para construir castillos verdaderos?

Temas:
TE RECOMENDAMOS:
Bibiana Belsasso