Cormac McCarthy y México

TEATRO DE SOMBRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Murió Cormac McCarthy hace unos días. Me enteré de la noticia con su libro The Passenger en las manos. Después de tres lustros sin publicar un libro, McCarthy presentó el año pasado dos novelas entrelazadas, una de ellas, la que ya mencioné y la otra, con el título de Stella Maris, que tratan sobre la vida y la muerte de dos hermanos atormentados.

McCarthy escribió cuatro novelas que suceden en la frontera: Blood Meridian (1985) y la trilogía de All the Pretty Horses (1992), The Crossing (1994) y No Country for Old Men (2005) En estas novelas, el norte de México y los mexicanos que habitan ese territorio son un descubrimiento existencial para los personajes principales, anglosajones, casi siempre jóvenes, que cruzan la frontera. McCarthy no escribió sobre la frontera de leídas o de oídas. Vivió en El Paso durante años, aprendió muy bien el español —incluso lo usó en sus escritos— y murió en Santa Fe. La trilogía de McCarthy es, entre otras cosas, una reflexión muy honda sobre el encuentro entre los estadounidenses y los mexicanos que habitan ese territorio. Un encuentro a veces violento, a veces compasivo, a veces amoroso, enmarcado en un escenario majestuoso, descrito por McCarthy con una poesía deslumbrante.  

Blood Meridian es considerada por los críticos como la mejor novela de McCarthy. La novela cuenta la historia —basada en hechos reales— de un grupo de exterminadores de indios de mediados del siglo XIX que cobraban por cuero cabelludo. Los clientes de estos mercenarios eran autoridades mexicanas que querían acabar con los apaches que amenazaban sus ranchos y pueblos. La banda de pistoleros estadounidenses no sólo mataba indios, violentos y pacíficos, sino que también mataba a mexicanos inocentes. En Blood Meridian los mexicanos logran resistir la agresión del grupo de extranjeros e incluso acaban por expulsarlos del país. La frontera norte de México como región literaria alcanzó con McCarthy su mayor altura en lengua inglesa, equiparable, en la lengua española, a la poética del desierto de Manuel José Othón o a la novelística de tantos autores mexicanos que han escrito sobre esa región. Las descripciones que hace McCarthy del paisaje de la sierra, de los bosques y del desierto son deslumbrantes, aunque, el vocabulario tan especial que usa puede dejar al lector, en ocasiones, con una sensación de que se pierde los detalles de esos cuadros admirables. La geografía se vuelve, en Blood Meridian, un escenario metafísico —no creo que sea correcto denominarlo “apocalíptico”— en el que los seres humanos aparecen como criaturas crueles, insensibles, sin redención. La existencia humana, como dice uno de los personajes de la novela, un despiadado gigante calvo, es una guerra permanente.  

En All the Pretty Horses, McCarthy coloca la mayor parte de la acción de su novela en diversos lugares de Coahuila. La influencia de esta novela en escritores coahuilenses contemporáneos ha sido señalada en varias ocasiones. En The Crossing, el escenario es la sierra de Chihuahua. En No Country for Old Men apenas aparece Ciudad Juárez, pero los mexicanos narcotraficantes son una sombra que cubre a todos los demás personajes.  

Se han hecho dos películas basadas en la trilogía. La de All the Pretty Horses, de 2000, estelarizada por Matt Damon y Penélope Cruz es muy mala, ojalá que algún día se filme otra versión más decente. Los hermanos Coen dirigieron en 2007 una exitosa versión fílmica de No Country for Old Men que ganó cuatro premios Oscar. En esta película actúan Tommy Lee Jones, Josh Brolin y Javier Bardem, que personifica al personaje de Anton Chigurh, un escalofriante asesino a sueldo. No hay, hasta la fecha una adaptación fílmica de Blood Meridian, aunque hay un corto experimental, muy flojo, dirigido por James Franco. Se ha discutido mucho acerca de las dificultades de hacer una versión cinematográfica de Blood Meridian. Algunos afirman que la novela no se puede convertir en película, que es demasiado violenta, que se perdería mucho de su poética en una translación al lenguaje fílmico. Por coincidencia, hace unos días se dio la noticia de que hay un equipo trabajando en la adaptación, con John Hillcoat como director, el mismo que dirigió en 2009 la película de The Road, basada en la extraordinaria novela de McCarthy del mismo título.