Dos tipos de malinchismo

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado Foto: larazondemexico

La palabra “malinchismo” es un mexicanismo por los cuatro costados. Su origen se remonta a la conquista de México. “Malinche” es el apodo de una noble indígena que fue traductora y consejera de Hernán Cortés.

A partir del siglo XIX, se tejió una interpretación de la historia de México que califica a Malinalli, la llamada Malinche, como una traidora. De ahí procede el adjetivo “malinchista”. Más allá de la verdad histórica se ha construido una leyenda que ha inyectado al nombre “Malinche” de una poderosa carga simbólica. La complejidad del mito nos impide considerarlo a fondo en este sitio. Ofrezco apenas dos datos. En el Hospicio Cabañas, José Clemente Orozco pintó a Cortés, en su armadura de conquistador, y a la Malinche, completamente desnuda, tomados de la mano, como la pareja primigenia de la mexicanidad. En El laberinto de la soledad, Octavio Paz esbozó una psicohistoria del mexicano fundada en el trauma de la violación de Cortés a la Malinche. Desde esta interpretación, la Malinche es una víctima que en vez de condenar a su agresor, lo protege, lo justifica, lo pone en un pedestal.

Puede distinguirse dos modalidades de malinchismo: uno extremo y otro selectivo.

El Diccionario breve de mexicanismos define así la voz “malinchismo”: “Complejo de apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio”. Una manera de entender esta definición es como un antónimo de “chovinismo”. De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, el chovinismo es “la exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero”. Un malinchista extremo consideraría —quizá sin exaltación desmesurada de por medio— que cualquier persona o cosa o noción extranjera es superior a una mexicana, no importa cómo sea, de dónde venga, cómo parezca. El Diccionario breve de mexicanismos caracteriza al malinchismo como un complejo, es decir, como una especie de trastorno de la personalidad. El malinchista extremo no basa su juicio en datos ni en razonamientos, sino en una inclinación irracional por todo lo extranjero. Su xenofilia radical es acentuada por un intenso menosprecio hacia lo propio. Su creencia profunda es que lo mexicano está en lo más bajo de la escala de lo humano, sea un individuo, un artefacto o una idea. Quien buscara un antecedente psicohistórico de esta experiencia, a la manera de Paz, quizá podría encontrarla en la creencia de Moctezuma de que Cortés era el dios Quetzalcóatl que venía a pedirle cuentas. El malinchista no se compara con el extranjero como un humano con una divinidad, pero sí como un humano inferior con uno superior a quien debe rendirle pleitesía.

El Diccionario del español de México ofrece la siguiente definición de “malinchismo”: “Tendencia de algunos mexicanos a preferir lo extranjero o al extranjero —en particular si es blanco, güero y de tipo germánico— sobre sus propios compatriotas, sus propios productos o sus propios valores y tradiciones”. En la definición anterior hay que subrayar la cláusula que especifica que el malinchista prefiere lo extranjero, “en particular si es blanco, güero y de tipo germánico”. El malinchismo selectivo supone una compleja graduación de lo mexicano frente a lo extranjero. En algunos casos, el malinchista selectivo preferirá lo extranjero, pero en otros casos puede optar por lo mexicano. Cuando el malinchista selectivo se enfrenta a una decisión en la que hay más de una opción extranjera, elegirá de acuerdo con una regla en la que se mezclan elementos raciales, culturales e históricos. Por ejemplo, un malinchista selectivo podría elegir por norma cualquier producto francés sobre uno mexicano, pero cualquier producto mexicano frente a uno guatemalteco. Doy otro ejemplo, el malinchista selectivo podría escoger un producto inglés sobre uno español por considerar a lo primero superior a lo segundo. A diferencia del malinchismo extremo, el malinchista selectivo no pone lo mexicano en lo más bajo de la escala. Se desprecia a sí mismo en algunos casos, pero es capaz de ponerse en el lugar de quien considera superior para discriminar a otros sin el menor recato.

La definición del malinchismo selectivo incorpora un elemento racista. Considero que también debería tomarse en cuenta una dimensión clasista. El malinchismo, el racismo y el clasismo están íntimamente conectados en la realidad mexicana. Sin embargo, no son lo mismo. Como diría Wittgenstein, son prácticas que guardan una “semejanza de familia”.