Según los marxistas, la historia es el campo de batalla de las clases sociales. Algo semejante podría decirse de las calles de la Ciudad de México, aunque en vez de clases sociales de lo que hablaríamos es de tipos de vehículos. Los automovilistas, los motociclistas y los ciclistas luchan por el espacio de las avenidas de una manera que, por desgracia, a veces resulta mortal.
Hay un antes y un después de la pandemia por lo que toca a la vialidad en la ciudad. Es evidente que después de la pandemia hay más motocicletas y bicicletas rodando por las calles. Quizá también hay más automóviles, pero lo que resulta más obvio es la mayor presencia de los vehículos de dos ruedas.
La lucha por el espacio en las avenidas se puede ver desde distintas perspectivas. Hay una ideología que sostiene que los automovilistas son los villanos de la historia y que los ciclistas son las víctimas. Es más, los primeros son moralmente malos, porque contaminan, en cambio, los segundos son buenos, porque no sólo no ensucian, sino que además viven de manera saludable. En medio están los motociclistas, que, aunque son víctimas de los automovilistas, también pueden ser verdugos de los ciclistas y, además, no dejan de enturbiar el aire, aunque sea menos.
Del lado de los automovilistas, las cosas se describen de otra manera. Los motociclistas y los ciclistas son personajes molestos, agresivos, incluso, diríase, resentidos.
Se meten por todos lados, rebasan por la izquierda, manejan en zigzag. Ellos son los peligrosos, no los automovilistas que se tienen que cuidar para no embestirlos. Una queja muy común de los automovilistas es que no alcanzan a ver a los motociclistas y ciclistas que invaden los carriles destinados a los autos.
Me parece correcto que el gobierno de la Ciudad de México tome cartas en el asunto y haya propuesto un nuevo reglamento vial. El número de accidentes y, sobre todo, de muertos, se ha incrementado de manera preocupante.
Como en tantos otros problemas sociales, el reto que enfrentamos es el de aprender a convivir en armonía. Ante los cambios que han tenido lugar, hay que adoptar nuevas reglas. No obstante, algunos grupos organizados de motociclistas se han opuesto a que se cambien las normativas de vialidad. Tal parece que se sienten afectados y que piensan que se les discrimina para privilegiar a los automovilistas. La presión que ejercieron al gobierno tuvo como resultado que se pospusiera la entrada en vigor del nuevo reglamento.
Confieso que no soy un crítico imparcial sobre este asunto. Yo manejo un automóvil y no una motocicleta o una bicicleta. Sin embargo, me parece que la actitud negativa de los grupos de motociclistas no es la correcta. Para que podamos convivir pacíficamente en las calles, todos debemos estar dispuestos a ceder algo.