¿Cuándo habrá otro verano?

TEATRO DE SOMBRAS

GUILLERMO HURTADO
GUILLERMO HURTADO

Las bicicletas son para el verano es una obra de teatro escrita en 1977 por el destacado actor, director y escritor español Fernando Fernán Gómez. Desde su estreno, la pieza fue muy bien recibida por el público y en 1984 se hizo una versión fílmica dirigida por Jaime Chávarri.

En el verano de 1936, la vida en Madrid experimentaba los cambios sociales que habían llegado con la República Española; sin embargo, Luis, un muchacho de catorce años, disfruta de las vacaciones y sueña con tener una bicicleta para pasear con sus amigos y hacerle la corte a una niña que le gusta. Su padre le había prometido comprarle la bicicleta para el año siguiente, cuando Luis hubiera pasado los exámenes que adeudaba. Pero Luis le insiste que la quiere para ese verano, no para el siguiente. El día que habían quedado en ir a adquirir el vehículo, estalla la guerra civil y no pueden salir de casa.

Luis y su familia suponen que el conflicto acabará pronto. El próximo verano las cosas volverán a la normalidad; Luisito tendrá su bicicleta y podrán pasear por el Retiro y beber horchata de chufa. Pero cada día las cosas se ponen peor: caen las bombas, comienzan las ejecuciones y el hambre azota a la ciudad. El verano de 1937 arribó puntual, pero no trajo consigo las alegrías de siempre. El verano de 1938 fue todavía peor. En marzo de 1939 Madrid cae en manos de las fuerzas franquistas. Vino la paz, pero no la tranquilidad. Como le dice el padre de Luis al muchacho, lo que en verdad llegó fue la victoria, la de los enemigos de la República. El papá le avisa a Luis que él tendrá que cuidar de su madre y de su hermana porque es muy probable que el nuevo gobierno lo arreste por haber colaborado con los republicanos. Para ayudar a la familia, le ha conseguido un trabajito de mandadero, para lo cual le hubiera venido bien tener esa bicicleta que nunca se compró. “¡Sabe Dios cuándo habrá otro verano!”, le dice el padre a su hijo, resumiendo con esa frase taciturna la convicción de que las cosas no volverán a ser como antes.

El verano de 2020 será muy diferente de lo que habíamos previsto. La estación llegará, pero no la viviremos igual que en 2019. Las vacaciones no serán las mismas. Los niños no podrán salir a jugar como antaño. Los adultos no podremos reunirnos para conversar alrededor de una mesa. A los abuelos no se los podrá sacar de las casas por el peligro de que se contagien fuera. Viajar en autobús o en avión será un riesgo que habrá que considerar muy seriamente. Mientras no dispongamos de una vacuna, la epidemia seguirá imponiendo su terrible ley sobre nosotros. ¡Sabe Dios cuándo habrá otro verano!

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Javier Solórzano Zinser