Guillermo Hurtado

¿Es imposible formar nuevos partidos de oposición?

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Cuando uno lee algunas opiniones sobre la política nacional es difícil no quedarse con la impresión de estar escuchando un disco rayado.

La tesis de que la única manera en la que se puede vencer al oficialismo en 2024 es mediante una alianza de los tres partidos del viejo régimen: el PRI, el PAN y el PRD se ha convertido en una especie de dogma. No se puede poner en duda esta doctrina sin que al transgresor se le acuse de enemigo de la democracia, de la justicia, de la libertad y de todo lo que a usted guste y mande.  

Lo que está detrás de esta insistencia es una profunda resistencia al cambio. También una desconfianza e incluso, yo diría, un rechazo de las iniciativas de lo que se conoce como la “sociedad civil”.  

A finales del siglo XX, México logró una transición pacífica y ordenada que permitió que hubiera alternancia política dentro de todos los niveles de gobierno. No fue poca cosa. Lo que no logró —porque no se trabajó adecuadamente en ello— fue que la democracia fuera adoptada como una forma de vida solidaria y virtuosa

La democracia es un sistema dinámico. Lo que funcionó ayer, quizá ya no funcione tan bien el día de hoy y, probablemente, ya no funcionará mañana. El modelo de la democracia de los tres partidos, uno hacia la izquierda (PRD), otro hacia la derecha (PAN) y otro en un centro flexible (PRI), modelo que más o menos sirvió por un tiempo está caduco en nuestro país y en el mundo entero. El plano sobre el que se movía ese juego político ha quedado quebrado. Insistir en volverlo a instaurar es poco realista. Sin embargo, quienes obtuvieron poder, beneficios y prestigio con ese sistema se resisten a dejarlo morir en paz. La desgracia es que con su terquedad están jalando a millones de mexicanos que quisieran un cambio en la política nacional. Me refiero a todos esos mexicanos que no están conformes con la llamada Cuarta Transformación y quisieran algo distinto que no sea necesariamente lo mismo que teníamos antes. Lo que estos mexicanos intuyen es que la partidocracia del régimen anterior fue la que desencadenó las condiciones que permitieron que el régimen actual llegara al poder. Como he dicho en otras ocasiones, López Obrador y Morena no bajaron de Marte, se gestaron dentro de las condiciones de la política mexicana dominada por los tres partidos que insisten en seguir ocupando la plaza.  

Los líderes de la coalición Va Por México, durante una conferencia de prensa, el pasado 9 de junio.Foto: Cuartoscuro

El reto de todos aquellos mexicanos que quieren algo nuevo, algo distinto del PRI, el PAN, el PRD y también de Morena es organizarse para dar un paso hacia delante. Cuando llegamos a este punto no podemos dejar de hacer una crítica —o mejor dicho, una autocrítica— de la sociedad civil mexicana. Se podría decir que la insistencia de los tres partidos de acaparar toda la oposición al régimen ha estorbado la formación de nuevas organizaciones políticas. Pero sería falso e injusto sostener que los tres partidos han hecho absolutamente imposible la formación de esas nuevas organizaciones. La sociedad civil no ha hecho su tarea.  

Cuando hablo con mis amigos que quisieran un cambio en 2024 los veo muy desconcertados. La mayoría de ellos está esperando a que algo o alguien venga a rescatarlos. Por eso mismo se aferran al PRI, al PAN y al PRD como una tabla de salvación a la mitad del océano. “No hay otra opción” —me dicen—.  

Estos amigos tienen muy grabada la idea que les han repetido hasta el cansancio de que su papel en la democracia es ir a votar cuando haya elecciones y san se acabó. Lo que no se han dado cuenta es que la democracia es participación permanente dentro de la esfera pública. O dicho de otra manera, los mexicanos —muchos de ellos, por lo menos— no han acabado de entender que la democracia es lo que ellos hacen o dejan de hacer

Detrás de esa actitud está la idea de que la política democrática la hacen otros, no ellos. Estos amigos tienen muy grabada la idea que les han repetido hasta el cansancio de que su papel en la democracia es ir a votar cuando haya elecciones y san se acabó. Lo que no se han dado cuenta es que la democracia es participación permanente dentro de la esfera pública. O dicho de otra manera, los mexicanos —muchos de ellos, por lo menos— no han acabado de entender que la democracia es lo que ellos hacen o dejan de hacer. Ni el PRI ni el PAN ni el PRD son dueños de la democracia. Y, por supuesto, ni el presidente ni Morena tampoco lo son.  

A finales del siglo XX, México logró una transición pacífica y ordenada que permitió que hubiera alternancia política dentro de todos los niveles de gobierno. No fue poca cosa. Lo que no logró —porque no se trabajó adecuadamente en ello— fue que la democracia fuera adoptada como una forma de vida solidaria y virtuosa.