Guillermo Hurtado

Pablo González Casanova: democracia y colonialismo interno

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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Pablo González Casanova falleció el 18 de abril pasado. A partir de entonces se han publicado varios artículos sobre su vida y su obra, y, seguramente, aparecerán más estudios en los próximos meses.   

Su libro La democracia en México es un clásico indiscutible del pensamiento mexicano del siglo XX. Es una obra que ha sido leída por varias generaciones, lo que se comprueba por el gran número de reimpresiones que ha tenido desde su primera edición en 1965. Algunos dirán que el México que se estudia en aquel libro ya no existe y que, por lo mismo, el diagnóstico y las propuestas que se hacen ahí ya sólo poseen valor testimonial. A mí me parece que, aunque la realidad del México de 2023 sea muy distinta de la de 1965, hay algunas condiciones negativas de aquella vieja realidad que, por desgracia, siguen estando presentes. Además, considero que algunos de los conceptos que el autor utilizó en aquella obra siguen siendo útiles para el análisis.   

González Casanova afirmaba que para que México pudiera democratizarse plenamente, se debía acabar con el funesto colonialismo interno. Una democracia más o menos moderna que dejara satisfechas a las clases medias urbanas e incluso intelectuales, pero que no hiciera nada para desmontar el régimen colonial interno, no cumpliría con su ideal democrático

 El argumento central del libro es que medio siglo después del estallido de la Revolución mexicana, México debía cambiar de rumbo para cumplir con los objetivos originales del movimiento armado. La solución, declaraba González Casanova, no era hacer otra revolución. México no debía imitar a Cuba. El camino pasaba por la democratización de México. Sin mayor democracia, afirmaba González Casanova, México no podría tener mayor desarrollo económico y social, es decir, no podría producir más riqueza ni repartirla mejor. Pero el autor también reconocía que, sin mayor desarrollo económico y social, México tampoco podría avanzar con paso firme en su proceso de democratización.  

Cuando González Casanova hablaba en 1965 de la democratización de México lo hacía frente al sistema político mexicano que tenía como dos de sus pilares el régimen presidencialista y la hegemonía abrumadora del partido oficial. En el México de aquel entonces, no había espacios para una oposición democrática que diera voz a los grupos mayoritarios de la población y, mucho menos, que distribuyera el poder entre ellos.  

El historiador y abogado, en una foto de archivo.
El historiador y abogado, en una foto de archivo.Foto: Cuartoscuro

González Casanova señalaba que las grandes masas de la población, los obreros, los campesinos y las crecientes clases medias, no tenían oportunidad de participar por su cuenta, de manera autónoma, en el proceso político.  

Uno de los conceptos clave de La democracia en México es el de colonialismo interno. Con este concepto, González Casanova replantea de manera radical el tema de los pueblos indígenas en la sociedad mexicana. Lo cito: “El problema indígena es esencialmente un problema de colonialismo interno. Las comunidades indígenas son nuestras colonias internas. (…) La sociedad indígena tiene las características de la sociedad colonizada”. El autor afirma que como estamos acostumbrados a pensar en el colonialismo como un fenómeno que nos viene de fuera, hemos sido ciegos al colonialismo con el que los mexicanos criollos, mestizos, urbanos, incluso intelectuales, sojuzgan de diversas maneras a los pueblos originarios.  

Cuando González Casanova hablaba en 1965 de la democratización de México lo hacía frente al sistema político mexicano que tenía como dos de sus pilares el régimen presidencialista y la hegemonía abrumadora del partido oficial. En el México de aquel entonces, no había espacios para una oposición democrática que diera voz a los grupos mayoritarios de la población

 González Casanova afirmaba que para que México pudiera democratizarse plenamente, se debía acabar con el funesto colonialismo interno. Una democracia más o menos moderna que dejara satisfechas a las clases medias urbanas e incluso intelectuales, pero que no hiciera nada para desmontar el régimen colonial interno, no cumpliría con su ideal democrático. González Casanova sostenía que la izquierda mexicana, sobre todo ella, debía cobrar consciencia de ese colonialismo interno que no sólo afectaba a los pueblos indígenas sino al proletariado entero, ya que fomenta un siniestro modelo de explotación semi-capitalista. Me parece que el concepto de colonialismo interno sigue siendo útil para explicar varios fenómenos de la realidad nacional que no sólo tienen que ver con aspectos económicos, sino también sociales e incluso culturales.  

El concepto de democracia que defiende González Casanova en su libro también me parece que sigue siendo actual. El autor afirmaba, desde 1965, que no bastaba con instalar un régimen político pluripartidista si no había democracia dentro de los propios partidos políticos. Cuando él hablaba de la democratización de México no hablaba de que el PRI se repartiera el poder con otros partidos que le dieran, por igual, la espalda a la sociedad. De lo que él hablaba era de que, por medio de la democracia, los mexicanos, todos sin excepción, pudieran gobernarse a sí mismos en paz y con justicia.