Personas, humanos y animales

TEATRO DE SOMBRAS

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Por:

El concepto de persona se ha usado en muchos contextos de maneras muy distintas, pero casi siempre para distinguir a todos los seres humanos del resto de los animales y a algunos seres humanos de otros de menor condición.

En la teología cristiana, se habla de las personas divinas, que son tres aunque Dios sea uno, de las personas angélicas, que son personas aunque no sean seres humanos, y de las personas humanas. Por ser personas, los seres humanos poseen una dignidad que las asemeja con los ángeles y la divinidad y las distingue radicalmente de los animales, a pesar de que los seres humanos también sean animales. Los seres humanos son los únicos animales hechos “a imagen y semejanza” de Dios.

Veamos qué sucede en el derecho. En ese campo se contempla a las personas físicas y a las personas jurídicas. Las primeras son seres humanos de carne y hueso. Las segundas son corporaciones, instituciones o asociaciones que por tener lo que se llama personalidad jurídica tienen derechos, como poseer propiedades y contraer obligaciones. Por lo que toca a las personas físicas, ¿puede haber seres humanos que no lo sean? Todo varía de acuerdo con las leyes en vigencia en cada lugar y en cada momento, de manera que hay códigos legales que no le otorgan la categoría de personas a algunos seres humanos como a los esclavos, y hay códigos legales que les concede a algunos seres humanos la categoría de personas pero de una manera disminuida, como sucede con los dementes. Lo que esto muestra es que, de acuerdo con el derecho, puede haber seres humanos que no sean personas y puede haber seres humanos que sean más o menos personas que otros seres humanos.  

Por fuera del derecho, observamos que el concepto de persona se ha ido perfilando para distinguir un conjunto de los seres humanos que poseen ciertas características que se consideran valiosas y para señalar a otro conjunto de seres humanos que no poseen dichas características. De esa manera, se puede afirmar que hay seres humanos que no son personas plenas, como los recién nacidos, los ancianos dementes, los retrasados mentales, los amnésicos, los locos o los criminales aborrecibles. Hay que notar que esta manera de utilizar el concepto nos permite afirmar que hay seres humanos que todavía no son personas y otras que han dejado de serlo. Ambos extremos son relevantes en los argumentos en favor del aborto y de la eutanasia. Por ejemplo, cuando un ser humano está en un grado muy avanzado de la enfermedad de Alzheimer se puede decir no sólo que ha dejado de ser la persona que fue sino que ya no es una persona en lo absoluto.

Las personas humanas tienen más dignidad que los humanos a secas. Por lo mismo, el concepto de persona ha sido un concepto que ha generado un mecanismo de exclusión dentro del conjunto de los seres humanos. La exclusión más tajante, sin embargo, ha sido la de los animales. Si bien un humano puede aspirar a ser una persona de cumplir con ciertas condiciones, un animal jamás podrá adquirir esa dignidad.

Me parece que eso explica por qué algunos pensadores han propuesto la confusa categoría de personas no humanas para hablar de aquellos animales que no queremos discriminar. A mí me parece, sin embargo, que incluir a algunos animales dentro de la problemática categoría de personas no es la mejor estrategia.

Si el concepto de persona no se hubiera acuñado como un instrumento deliberado de exclusión, no sentiríamos la necesidad de proponer el concepto de persona no humana para proteger a los animales de esa exclusión. Pero si queremos proteger a los animales de la violencia de los seres humanos, si queremos brindarles derechos, si queremos adoptarlos como uno de nosotros ¿por qué describirlos como personas? Nótese que al otorgarle a algunos animales, pero no a todos, la calidad de personas, efectuamos, de nuevo, un mecanismo de exclusión. De esa manera, si bien incorporamos a los perros a la misma categoría de los seres humanos, excluimos a otros animales de ella, como a las pulgas. ¿Eso queremos? ¿No sería preferible dejar a un lado el concepto de persona y acuñar otros conceptos que no funcionen de esa manera?