Falta mucho para que el próximo gobierno tome posesión, sin embargo, el futurismo mexicano anda desbocado haciendo quinielas. ¿Cuál sería el gabinete de Claudia Sheinbaum? ¿Cuál sería el de Xóchitl Gálvez? Las combinaciones que imaginamos pintan escenarios muy distintos. A estas alturas, el ejercicio quizá resulte ocioso, pero no deja de resultar entretenido.
Para quienes estén jugando a las apuestas, quisiera recordarles una de las teorías más conocidas de la política mexicana, una teoría que ha sido gestada a lo largo de muchos sexenios de experiencia histórica: la de los tres gabinetes.
La teoría, fundada en la cuidadosa observación de nuestra realidad política, sostiene que un sexenio se divide en tres periodos de más o menos dos años. El primero es el de la consolidación del poder, el segundo es el del ejercicio pleno del poder y el tercero es el de la preparación para la entrega del poder.
A cada uno de estos tres periodos corresponde un gabinete distinto.
En el primer gabinete el nuevo presidente tiene que pagar deudas, sofocar miedos y sembrar esperanzas. El primer gabinete de Sheinbaum o de Gálvez tendría que ser, de manera inevitable, de esa condición. Sheinbaum se vería obligada a incluir en su gobierno a personas muy ligadas a López Obrador, y Gálvez no podría dejar de incorporar en su equipo a individuos apoyados por las jerarquías del PRI, el PAN y el PRD. En esos dos años, tanto Sheinbaum como Gálvez tendrían que maniobrar para tomar el control absoluto del poder dentro de su gobierno. Para ello tendrían que deshacerse de las figuras que les fueron heredadas del pasado.
El verdadero gabinete de un presidente mexicano, tal y como sostiene la teoría que aquí recordamos, es el segundo, en el que todos y cada uno de los que lo integran son de la confianza absoluta de quien encabeza el poder ejecutivo. En esos dos años, en el mediodía de su sexenio, el poder del presidente de México alcanza su punto más alto.
Dos años antes del final, el presidente tiene que hacer cambios en su gabinete para preparar su salida y organizar su sucesión. En esa circunstancia, tanto Sheinbaum como Gálvez buscarían que su legado quedara inscrito como un nuevo episodio de la historia nacional. En el caso de Sheinbaum, el de la superación del lopezobradorismo para construir un cuartotransformacionismo más institucional, mejor planeado y ejecutado. En el caso de Gálvez, para fundar una democracia post-populista, pero también post-partidocrática, que, en esta coyuntura, se entendería como más ciudadana.
Quienes ahora estén pensando en su futuro político no pueden dejar de recordar la teoría de los tres gabinetes. ¿En cuál de esos tres gabinetes pretenden integrarse?, ¿en el primero, el segundo o el tercero? Pocos logran quedarse en los tres de manera consecutiva. ¡Hagan sus apuestas! ¡Hagan sus apuestas!