Guillermo Hurtado

Tolstoi y la no violencia

TEATRO DE SOMBRAS

Guillermo Hurtado*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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León Tolstoi afirmó que una de las principales enseñanzas de Jesucristo es que no debemos resistirnos al mal con más mal y, en particular, con violencia. Esta doctrina es radical, tajante y no admite excepciones. No debe extrañarnos, por lo mismo, que a pesar de que existen millones de personas que se llaman a sí mismas cristianas, sean poquísimas quienes sigan aquella doctrina al pie de la letra. En toda mi vida, yo no creo haber conocido a una sola persona que viva enteramente de acuerdo con ella.

La doctrina de la no resistencia al mal padecido está expresada en los Evangelios, principalmente en el Sermón de la Montaña, por lo que todos los cristianos la conocen. Sin embargo, como afirma Tolstoi, las iglesias se han hecho de la vista gorda acerca de su cumplimiento —sólo los cuáqueros, señala el pensador ruso, han hecho el intento de obedecerla—. La excusa ofrecida es que cuando Jesucristo afirmó que debemos amar a nuestros enemigos o que si nos golpean en una mejilla debemos ofrecer la otra o que cuando un ladrón nos quita la túnica le hemos de ofrecer también el manto, lo que dijo el Salvador no ha de entenderse de manera literal. Tolstoi sostiene que aquella manera de interpretar los Evangelios es errónea y maliciosa. Jesús abolió para siempre la justicia retributiva, ejemplificada en la ley del Talión. Por lo mismo, no debemos responder al mal con mal, por más que dicha respuesta se disfrace de legalidad institucionalizada, sentido común o derecho natural.

En su ensayo, Tolstoi reconoce que la doctrina de la no resistencia al mal con violencia, que él había defendido desde antes, en su libro de 1884 ¿En qué consiste mi fe?, había recibido críticas desde todos los flancos. Los demás cristianos lo acusaron de no entender correctamente el Evangelio y los ateos de defender una moral ingenua que no tiene forma de ponerse en práctica en el mundo real

Tolstoi afirma que los cristianos pueden resistir al mal de diversas maneras: pueden esconderse, suplicar, desobedecer, etc., pero que bajo ninguna circunstancia deben resistir al mal con el uso de la fuerza. Éste es el origen de la doctrina de la no-violencia, llevada a la práctica por Gandhi en la India en su lucha contra el colonialismo inglés. No obstante, una vez que la India obtuvo su independencia, se olvidó de la doctrina de la no resistencia al mal con violencia.

León Tolstoi en una fotografía de 1908.
León Tolstoi en una fotografía de 1908.Foto: Especial

Tal y como Tolstoi expone la doctrina en su ensayo de 1894 “El reino de Dios está en vosotros”, un verdadero cristiano no debe matar o herir en defensa propia, no debe acudir a un tribunal con el fin de que el ofensor sea castigado, no debe participar en ninguna guerra, ni siquiera en una guerra defensiva en contra de un agresor extranjero, no debe contribuir con recursos a ningún gobierno que haga guerras, que tenga pena de muerte o que realice torturas, y no debe formar parte de un gobierno violento, integrarse a un jurado o incluso votar en un país que lleve a cabo cualquier acto de violencia. Como la censura oficial, en Rusia y en otros países, se dio cuenta de inmediato, del ensayo de Tolstoi se desprendía que ninguno de los gobiernos de los países cristianos era justo a la luz del Evangelio. Todos ellos estaban fundados en el uso exclusivo de lo que se conoce como la “violencia legítima”. Era predecible, por lo mismo, que se prohibiera la publicación del ensayo en Rusia. La doctrina de la no resistencia al mal con violencia socava el fundamento del Estado y, por lo mismo, propugna por un anarquismo cristiano, en el que, en un primer momento, habría un grupo de personas que se negarían a obedecer y, eventualmente, habría una comunidad en la que todos vivirían en paz, sin necesidad de leyes punitivas, tribunales, jueces, fiscales, policías y ejércitos. Los cristianos verdaderos, desde este punto de vista, no necesitan de ninguna autoridad política. Mientras menos tengan que ver con los gobiernos de la tierra, mejor, porque todos esos gobiernos fundan su existencia y su actuar en algún tipo de violencia.

La doctrina de la no resistencia al mal padecido está expresada en los Evangelios, principalmente en el Sermón de la Montaña, por lo que todos los cristianos la conocen. 
Sin embargo, como afirma Tolstoi, las iglesias se han hecho de la vista gorda acerca de su cumplimiento —sólo los cuáqueros, señala el pensador ruso, han hecho el intento de obedecerla—

En su ensayo, Tolstoi reconoce que la doctrina de la no resistencia al mal con violencia, que él había defendido desde antes, en su libro de 1884 ¿En qué consiste mi fe?, había recibido críticas desde todos los flancos. Los demás cristianos lo acusaron de no entender correctamente el Evangelio y los ateos de defender una moral ingenua que no tiene forma de ponerse en práctica en el mundo real. Ahora, en el siglo XXI, la doctrina no parece haber ganado seguidores.