Cuando nos referimos a la oposición dentro de un régimen político podemos hablar, por lo menos, de tres cosas distintas.
A la primera forma de la oposición la llamaremos reaccionaria. Esta oposición rechaza los cambios de fondo efectuados por el gobierno. Lo que se pretende es que las cosas vuelvan a ser como antes.
A la segunda forma de oposición podemos denominarla correctiva. Esta oposición coincide con el gobierno en las metas planteadas, pero se opone a la manera en la pretende alcanzarlas. Lo que se busca es que se corrija la ruta para obtener los fines deseados.
A la tercera forma de oposición la describiremos como renovadora. Esta oposición se opone a los principios y fines del gobierno. Lo que se pretende es partir de nuevos principios para alcanzar nuevas metas.
Cuando se diseñó el régimen político que tuvimos de 2000 a 2018 lo que se pretendió es que no hubiera condiciones para que la oposición adoptara una posición reaccionaria, lo que, en esa circunstancia, significaba que el PRI volviera a ganar el poder y pretendiera gobernar como lo había hecho en el siglo XX, pero también para que no hubiera condiciones para que la oposición adoptara una posición renovadora, es decir, que pretendiera establecer nuevas reglas del juego, más allá de las que se habían acordado por los principales grupos políticos a finales del siglo anterior.
El triunfo del PRI en 2012 demostró que el miedo de una restauración del régimen del siglo anterior era infundado. El único riesgo quedó, entonces, en el movimiento lopezobradorista, que se definió claramente como una oposición renovadora. Lo que Morena anunció que haría en caso de ganar era un cambio de régimen. Y eso es precisamente lo que ha hecho desde hace dos años.
En este momento, el grueso de la oposición en México no puede calificarse de otra manera que de reaccionaria. Lo que sostiene es que hemos de volver al sistema de gobierno que tuvimos entre 2000 y 2018, es decir, al viejo régimen. La alianza del PRI, el PAN y el PRD lo que busca es hacer negocios como antes.
Lo que más falta en el México de 2021 es una oposición correctiva y, no digamos ya, una oposición plenamente renovadora. Con pocas excepciones, la próxima elección intermedia nos ofrece un menú muy pobre: o más de lo mismo o más de lo que tuvimos antes. No debe extrañarnos que algunos electores estemos tan desinteresados en acudir a las urnas.
¿Qué opción me gustaría ver en la boleta? Respondo sin titubeos: una renovadora. México no puede volver al pasado del PRI, el PAN y el PRD, pero tampoco puede quedar atrapado en las redes del lopezobradorismo. Hay que pensar en nuevas formas de la participación democrática. Adoptar modelos políticos y económicos diferentes. Imaginar una quinta transformación de México.