Los cabilderos de Uber lograron llegar a las esferas políticas más altas en Europa y otros continentes en donde esa plataforma de transporte privado fue favorecida mientras evitaba pagar impuestos mediante el uso de paraísos fiscales.
En este mundo capitalista de poca moral y mucha avaricia, los ricos quieren ser más ricos, aunque pasen por encima de los más necesitados, los trabajadores que mueven las industrias. El caso de Uber y sus prácticas para eludir las leyes y evadir el pago de impuestos es un claro ejemplo de la descomposición social y de la avaricia sin límites que sólo se mide por el interés económico.
La filtración de miles de documentos explica cómo los cabilderos de Uber convencieron mediante sobornos a importantes políticos en todo el mundo para manipular las leyes a su favor. Según estos expedientes, personajes como el presidente de Francia, Enmanuel Macron, y la excomisionada de Europa Neelie Kroes cedieron ante los encantos de la empresa de transporte mundial, de acuerdo con información recopilada por el Consorcio de Periodistas de Investigación, encabezado por el diario británico The Guardian.
Información publicada por la BBC, medio que también formó parte de la investigación, revela que la aplicación de conductores privados gastó 90 millones de dólares para manipular las decisiones de políticos involucrados en la industria del transporte de pasajeros en Europa.
El buen trabajo de los lobistas de Uber hizo de la empresa digital una de las más boyantes a pesar de los escándalos de en los que se habían involucrado, sin importarles la afectación y las huelgas de transportistas en distintas partes del mundo.
El poderío de Uber y su rápido crecimiento los hicieron intocables hasta el punto de tener el llamado “botón de pánico”, el cual impedía que la Policía pudiera acceder a los datos de la empresa y a la información de los conductores, lo cual pondría en riesgo el negocio y el crecimiento de los usuarios en la plataforma, sin importar los abusos sobre los indefensos pasajeros.
En esos miles de documentos también se da cuenta cómo la empresa de transporte evitaba pagar impuestos a través de paraísos fiscales, una práctica muy utilizada por los dueños del capital y sus empresas. Pero una vez que Uber estuvo en la mira de las autoridades fiscales, intentó apagar el incendio facilitando la información de todos sus conductores y el pago de impuestos de sus usuarios.
Esa doble moral de Uber dibuja un futuro preocupante en manos de las empresas digitales y el monopolio que existe en el mundo digital. El cabildeo se va convertido en una práctica común y deshonesta en todo el mundo, donde la corrupción deja en manos de las empresas la decisión sobre las políticas públicas sin importar que se afecte a la sociedad y se beneficie sólo al capital.