Guerra nuclear a la vista

DESDE EUROPA

Hector Badillo<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Hector Badillo*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Tras la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte la tensión entre Occidente y Rusia aumenta y deja en claro que los ejércitos de ambos lados se preparan para la guerra.

Aunado al control de la región que quiere la OTAN está el enorme negocio de la producción de armas para Europa y Estados Unidos, de donde abastecen la contraofensiva ucraniana.

Estados Unidos confirmó el envío de un paquete de ayuda militar para el país del este de Europa. Este arsenal cuenta principalmente con las temibles bombas de racimo, las cuales están prohibidas en más de 100 países, y pese a las críticas se han enviado a territorio ucraniano.

El problema central de este tipo de armamento es que es muy difícil de controlar, porque son explosivos que se separan en el aire, lo que significa afectar áreas de la población civil y, por otra parte, pueden quedar bombas activas en tierra, según señalan los expertos.

Al confirmarse este envío de bombas de racimo un alto general del ejército ucraniano aseguró que estas municiones podrían cambiar el rumbo de la guerra tras más de 500 días de enfrentamientos.

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, indicó desde Finlandia que Rusia se ha quedado sin posibilidades de ganar la guerra contra Ucrania y deseó que la contraofensiva fuerce a generar un acuerdo entre ambas naciones. Sin embargo, el envío de armamento sólo enciende las trincheras de la guerra entre Rusia y Occidente.

Ante este panorama, Dimitri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, amenazó con bombardear centrales nucleares del este de Europa si se realiza el ataque con misiles y bombas de racimo que se tendría previsto.

Ucrania se mantiene alerta ante un posible bombardeo en la planta nuclear de Zaporiyia, que se encuentra en poder del ejército ruso, o el ataque a alguna de sus plantas atómicas.

En la cumbre de la OTAN, que se celebró en Lituania, antigua nación del bloque soviético, se debatió la adhesión de Ucrania a la alianza del Atlántico; sin embargo, existen divisiones internas entre los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte que evitaron determinar una fecha para la anexión del país del este de Europa a la alianza militar.

Tras la cumbre de la OTAN se dio a conocer que la Eurocámara ha aprobado el reglamento ASA, el cual tiene previsto destinar 500 millones de euros del presupuesto de la Unión Europea para financiar la industria militar y la producción de armas.

Esta propuesta fue presentada en mayo por la Comisión Europea y aceptada rápidamente por casi todos los partidos políticos de la Eurocámara, que argumentaron que su principal objetivo es apoyar a la resistencia ucraniana y reabastecer las reservas propias de la Unión.

Sin embargo, los partidos de izquierda de Europa han denunciado que este reglamento se va a utilizar para financiar directamente a las grandes empresas armamentísticas que ya se han beneficiado excesivamente con la guerra entre Ucrania y Rusia.

Ésta será la primera vez que la Unión Europea financie directamente la producción de armas, con 500 millones de euros que deberían invertirse en educación, salud, servicios públicos y en atacar la desigualdad que genera muchos problemas internos en el continente.

No cabe duda que aquí gana la industria armamentista y pierde la sociedad ucraniana que sigue viviendo en medio de un infierno de la guerra que no se le ve una salida fácil.

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