Horacio Vives Segl

A 20 años del 9/11

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Horacio Vives Segl 
*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
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El próximo sábado se cumplirán 20 años del acontecimiento político que inauguró este siglo y que es, sin duda alguna, uno de los más relevantes en la Historia universal: los atentados terroristas perpetrados el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Uno de los acontecimientos —junto con la pandemia del Covid-19, naturalmente— que mayor trascendencia ha tenido en la política de nuestro tiempo.

Nadie como Samuel Phillips Huntington estructuró una teoría sobre las crecientes tensiones en torno a las diferencias entre culturas y civilizaciones. Su clásico texto de 1996 El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial por razones obvias se convirtió en el libro más influyente para tratar de entender la magnitud de los acontecimientos de hace dos décadas. El 9/11 tuvo importantes implicaciones en lo inmediato y de largo aliento. Atentar contra el corazón financiero, económico y del esplendor urbano (las Torres Gemelas de Nueva York) y el político y militar (el Pentágono) —además del avión que se estrelló en Pensilvania, posiblemente destinado a impactar en el Capitolio o en la Casa Blanca— cambió el curso de la historia de Estados Unidos y de buena parte del orden global.

Esto tuvo consecuencias en distintos tiempos y frentes. En primer lugar, le permitió al entonces alicaído presidente George W. Bush impulsar una política doméstica restrictiva en derechos, al amparo del combate al terrorismo. También pudo instaurar una estrategia de campaña electoral sustentada en el miedo, que resultó muy exitosa. Es muy posible que, de no haber sido por eso, no hubiera remontado en aprobación y conseguido la reelección presidencial en 2004. También le permitió —con justificada legitimidad política— emprender una cacería contra la organización terrorista Al Qaeda (responsable de los atentados) y Osama bin Laden (cabeza de la organización), quien finalmente fuera abatido en 2011.

Es difícil arriesgar un balance sobre lo que ha ocurrido desde entonces. Es claro que el mundo es mejor sin Bin Laden. Ahora bien, es evidente que estamos lejos de erradicar el flagelo del terrorismo. Son innumerables los lamentables acontecimientos terroristas que se han sucedido —ciertamente de menor magnitud— por diversas regiones del mundo desde entonces.

A 20 años de los acontecimientos del 9/11, el acontecimiento toma a Estados Unidos ante distintos desafíos, domésticos e internacionales. Coincide con la salida anunciada —y hoy concretada, en definitiva— de la presencia militar estadounidense en Afganistán y la crisis política, militar, migratoria y humanitaria que abruptamente se ha detonado desde el retorno del régimen talibán en aquel país. Toma a Estados Unidos como el país más afectado por el Covid-19 en términos de contagios y defunciones, pero también como el caso emblemático de cómo reaccionar adecuadamente para la vacunación y protección de su población, y de los millones que han podido vacunarse en su territorio, particularmente con el cambio de administración de Donald Trump a Joe Biden. Nueva York es un caso icónico aparte. Siendo el corazón de la tragedia es complejo generar esos equilibrios entre la preservación de la memoria sobre los hechos, y el esfuerzo por sobreponerse a una tragedia como ésa, que tantas veces fue recreada en películas de ficción y que lastimosamente fue superada por una infame realidad.