Me refiero a dos decisiones actuales del Gobierno mexicano en materia de comunicación política: la carta de apoyo a la vicepresidente de Argentina, firmada por algunos mandatarios de América Latina, incluido el mexicano, y, por otro lado, la campaña informativa con los “logros” gubernamentales, en ocasión del cuarto informe de gobierno.
Como se sabe, hay un reciente pedido por parte de la Fiscalía de Argentina, en una nueva causa por corrupción, para que Cristina Fernández de Kirchner sea encarcelada por doce años e inhabilitada a perpetuidad para ocupar cargos públicos. Si bien los hallazgos están a la vista, dependerá del Poder Judicial argentino la suerte de esta nueva causa. Por lo pronto, se divulgó la carta de apoyo firmada por los presidentes de Bolivia, Colombia, México y, por supuesto, el propio de Argentina, Alberto Fernández.
En política internacional es particularmente relevante con quién te juntas y para qué temas. Llamó la atención que no firmara la carta Gabriel Boric —quien, ciertamente, tiene cosas más importantes que atender esta semana—, y es de suponerse que alguien decidió no invitar —sería interesante saber por qué— a los compadres de siempre de los Kirchner (Cuba, Nicaragua y Venezuela), que, por supuesto, de todos modos, la defendieron por su lado.
Ahora bien: en el caso específico de México, no queda más que preguntar ¿qué pasó, pues, con aquello de que “no nos metemos en los asuntos políticos de otros países”?, ¿dónde queda el supuesto respeto a los principios de autodeterminación y no intervención? Parece que, en realidad, es un argumento acomodaticio, y, sobre todo, un pretexto para intentar evitar, a toda costa, que nadie fuera de México ose criticar a su gobierno.
Por otra parte, como ocurre en esta etapa del año, en que la ley electoral de nuestro país posibilita un periodo “ventana” en torno a la celebración del informe de gobierno, se difunde hasta la saciedad una campaña publicitaria personalizada con lo que el Gobierno federal considera logros.
Hay, sin embargo, algunos rasgos que resaltan en el análisis de la actual campaña al aire. No es novedad que se presente un diagnóstico sesgado de la realidad, ni que se haga una campaña que, más que informar sobre resultados de la gestión de gobierno, difunda propaganda al modo de un candidato en busca del voto. Lo característico de la campaña publicitaria de este año es que la apuesta reside, precisamente, en intentar diferenciarse todo lo posible de los gobiernos del pasado, como si ése fuera el principal capital político de la gestión actual; se recalca, con todo énfasis, que no sólo no se ha de reflexionar sobre el rumbo, sino que hay que tener una fe ciega, incuestionable, en que todo lo que se hace en todos los aspectos es lo correcto; y, por último, lo más preocupante, se ataca no sólo a personajes determinados, sino a sectores completos de la sociedad, y sin ningún empacho se difunden acusaciones falsas, contrarias, incluso, a la lógica más elemental.
A esta “spotiza” hay que sumar las conferencias mañaneras que no se interrumpen, así como el evento alusivo al informe, que habrá de ocurrir mañana. No es necesario conocer el discurso para saber por adelantado que se tratará del mismo mensaje que ha caracterizado la retórica oficialista. La trifecta de la propaganda que se mira al espejo.