Elecciones en Alemania: Angela Merkel, entre el poder y la historia

ENTRE COLEGAS

Horacio Vives Segl<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>&nbsp;<br>
Horacio Vives Segl*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  larazondemexico

Tras 16 años como canciller (figura equivalente a la de primera ministra o jefa de gobierno), Angela Merkel deja el poder. Su estela de éxitos políticos ha sido y será difícilmente equiparable en mucho tiempo.

Para tener perspectiva: ha estado al frente del gobierno alemán durante la mitad de los días transcurridos desde la caída del Muro de Berlín y la reunificación alemana (1989-1990). Ha sido, por supuesto, la mujer con la carrera política más prominente en este siglo, no sólo entre las democracias occidentales, sino prácticamente en todo el mundo (sólo podría comparársele con la reina Isabel y la exprimera ministra Margaret Thatcher, ambas del Reino Unido).

Líder indiscutible de la Unión Europea y figura protagónica de organismos y mecanismos regionales y multilaterales, su peso en la escena global va a hacer mucha falta. Por citar sólo algunos de los grandes desafíos que pudo sortear como gobernante: la crisis financiera de 2008-2009 y la migratoria de 2015-16, el Brexit, el auge de los populismos por todo el globo y, por supuesto, el Covid-19, siendo una de las líderes que con mejor determinación y más éxito enfrentó la pandemia.

Las vibrantes elecciones del domingo pasado dejan varias peculiaridades e interrogantes, de cara a la formación de un nuevo gobierno y quién lo encabezará. Serán recordadas, en primer lugar, claro, porque la canciller en funciones no buscó su reelección, y porque la búsqueda de un heredero político terminó resultándole infructuosa: a pesar de su elevadísima popularidad —superior al 70%—, Merkel no pudo endosar al candidato de su partido (CDU, Unión Demócrata Cristiana) Armin Laschet, el respaldo electoral que le permitiera sacar un buen resultado. Lejos de ello, el segundo lugar que obtuvo (24.1%, según datos preliminares) representa una debacle sin atenuantes, el peor desempeño electoral de los democristianos en más de 70 años.

Con el 25.7% de los votos, el (apenas) vencedor de la contienda es Olaf Scholz, vicecanciller y ministro de Finanzas en el gobierno de Merkel, pero militante de su socio de la “gran coalición”, el SPD (Partido Socialdemócrata). Los otros dos partidos que mantienen relevancia tras las elecciones son Los Verdes (14.8%) y los liberales del FDP (11.5%). De entre los escenarios para la formación de la nueva coalición de gobierno, los más probables parecieran los que incluyen a estos dos partidos pivotes, que eventualmente podrían inclinar el péndulo hacia la conocida “coalición semáforo”, con el SPD y Scholz como canciller, o bien la “coalición Jamaica”, con el CDU y encabezada por Laschet. Incluso, no se descarta una nueva “gran coalición”, pero ahora con un canciller socialdemócrata. La mala noticia es que, a pesar de haber perdido apoyos respecto a la elección anterior —del 12% al 10% en números redondos—, la extrema derecha de AfD (Alternativa por Alemania) seguirá presente en el parlamento.

Mientras se logra el nuevo acuerdo político para la formación de gobierno, Merkel seguirá como canciller en funciones. Estamos en el brillante ocaso de la “era Merkel”. Sin duda alguna, su férreo liderazgo —tan ajeno a los desfiguros populistas—, su intachable responsabilidad política y su talante democrático, moderado y progresista al mismo tiempo, se van a extrañar. Y mucho.

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